Fernandel-Totó
Christian-Jaque es uno de los grandes practicones del cine francés. Artesano de aceptable éxito inmediato, sus decenas de películas raramente sobrepasaron el consumo de la temporada de estreno, para ser olvidadas. Solo algunos de sus títulos conservan cierto eco y no mal sabor, pero son muy escasos y se mantienen gracias a razones exteriores al escaso talento de su director. Es el caso de Fanfan el invencible, recientemente emitida por TVE, cuyas delicias, que las tiene, hay que poner en la balanza de méritos del gran actor Gerard Philipe y no de Christian-Jaque. Lo mismo hay que decir de Babette se va a la guerra, que se mantiene sólo por ser uno de los más simpáticos trabajos de Brigitte Bardot. Y de su larga serie de películas con Martine Carol, su esposa durante muchos años.La ley es la ley, rodada en 1958, sigue el pie de la letra esta constante del cine revisable -que es bien poco- de Christian-Jaque. Se puede ver, garantiza incluso un buen pasatiempo, compuesto con no malas artes. Y esto se debe a la mejor virtud de este director francés: una humilidad que le hace renunciar a la tentación de estilo propio, para poner su buen oficio al servicio del lucimiento de los actores. En este caso, la mediana película se apoya en dos formidables histriones, el francés Fernandel y el italiano Totó, y a través de ellos el filme adquiere atractivos que de otro modo no alcanzaría.
Fernandel es un actor -casi una institución popular francesa- marsellés, formado, como tantos otros, en las tradiciones del cabaret, donde logró convertirse en un bufo de gran notoriedad dentro del teatro liviano, la revista y el estilo boulevard parisienses. En su género fue magnífico, inimitable, y casi siempre su fuerte fue la interpretación de personajes toscos, socarrones, torpes, bonachones y de origen campesino: una versión gala del paleto ibérico, gran figurón de un humor enlatado y antiguo, pero casi siempre eficaz, cuyos máximos logros fueron El pequeño mundo del señor Feliciano y El pequeño mundo de Don Camilo, filmes en los que interpretó respectivamente a un panadero y a un cura rural, ambos diseñados a su medida de inefable, tozudo y rústico patazas.
Totó es una antípoda de Fer nandel. El disparatado físico de ambos choca, como choca su vena humorística y la tipología de ella derivada. El ingénuo y un poco truculento bocazas de Marsella ha de vérselas, en La ley es la ley, con un viejo y pícaro truhán barriobajero de Nápoles, cuya ejecutoria profesional es muy similar a la suya, pero de resultados muy distintos. Totó, en efecto, se formó en los cabarets y teatrillos napolitanos y romanos, y fue uno de los genios de la bufonería italiana - son legendarios sus duos teatrales en los años cuarenta con Anna Magnani, al parecer de una comicidad irresistible-, hasta su ascenso a empeflos mayores, que comenzaron con la comedia de Edoardo de Filippo Napoles millonaria, y que siguieron en una larga lista de películas que hicieron de él uno de los personajes más populares de Italia. Recorderrios El oro de Nápoles, Donde está la libertad, Guardias y ladrones y, sobre todo, dos rotundas interpretaciones en dos memorables filmes: Rufufú, de Mario Monicelli, y Pajaritos y pajarracos, de Piasolini.
Un dúo interesante
El duo Fernandel-Totó merece verse por si solo, aunque la película no tenga ¡interés. Interpretan, respectivamente, a un recto y angelical carabinero francés y a un viejo y tunarite contrabandista italiano, un par de enemigoscomplernentarios, que, en el fondo, se quieren. La película no es nada. Pero ellos, su gesto, su cuerpo, su sabiduría, su inteligencia expresiva, son dos afiladas puntas de la antigua y adorable ironía mediterranea.
La ley es la ley se emite hoy a las 22.00 por la segunda cadena.
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