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Graves deficiencias técnicas impiden la inauguración del Polideportivo de Valencia

Una serie de graves deficiencias de construcción, equipamiento y diseño impiden la inauguración del Pabellón Polideportivo Municipal de Valencia, que comenzó a construirse hace más de siete años y en el que e llevan invertidos 216 millones de pesetas por parte del Consejo Superior de Deportes (CSD). El presupuesto inicial, elaborado por la antigua Delegación Nacional de Deportes (DND) en 1974, fue de 65 millones de pesetas. Después de doce años de trámites y construcción, el CSD se encuentra actualmente en la necesidad de presupuestar 75 millones más a los 216 ya gastados si quiere, de una vez por todas, ver concluidas las obras y entregarlas al Ayuntamiento de la ciudad, que será el encargado de la explotación y mantenimiento del pabellón. Entre las deficiencias destacan la ausencia de taquillas y una pista no homologable.

La larga lista de extrañas y absurdas carencias descubiertas en el pabellón por las distintas federaciones deportivas hace unos meses, cuando se pretendía dar ya por terminadas las obras, abarca desde la inexistencia de un marcador, electrónico o de cualquier otro modelo, hasta la falta de taquillas para la expedición de entradas al público, pasando por la ausencia de accesos directos para los deportistas desde los vestuarios a la pista central de competiciones (en las actuales circunstancias debe hacerse a través de las gradas de espectadores); tampoco hay sistema de seguridad contra incendios, ni cabinas o instalaciones para los medios informativos, ni dotación de material suficiente para la práctica de los diferentes deportes, ni sistema de calefacción, ni refrigeración, ni cabina de megafonía interior.Además de todas estas inexplicadas deficiencias, el CSD ha tenido que aprobar recientemente otro presupuesto adicional de tres millones y medio de pesetas para dotar a la instalación de transformadores y grupo electrógeno. Igualmente, el material sintético que recubre la pista de atletismo no está homologado, con lo que las marcas que en su día pudieran establecerse no serían reconocidas oficialmente. Para adecuar la pista central a las competiciones de balonmano, baloncesto, hockey, etcétera, se necesita un revestimiento de parqué desmontable, cuya adquisición tampoco cubren los actuales presupuestos.

Goteras a veintidós millones

Este absurdo panorama arquitectónico alcanza el surrealismo total los días de lluvia, en los que unos cubos estratégicamente situados recogen el agua de varias goteras de la techumbre; para terminar de instalar esa cúpula translúcida que cubre el pabellón, hace un año el CSD se vio obligado a habilitar otro de los incontables presupuestos adicionales por un importe de veintidós millones de pesetas.El polideportivo, situado en el barrio de La Fuente de San Luis, al sur de la ciudad, se ha convertido en la gran obsesión del deporte valenciano, que desde hace doce años contempla asombrado cómo este monstruoso monumento a la chapuza nacional consume centenares de millones de pesetas, con los que se hubieran podido construir media docena de minipabellones que habrían cubierto las necesidades acuciantes que tienen los barrios en infraestructura deportiva. Actualmente, la ciudad de Valencia sólo dispone de un polideportivo cubierto de carácter público: el de San Fernando, construido por la antigua Delegación Nacional de la Juventud, instalación insuficiente para atender la demanda social. Su actual gestor, la Delegación del Ministerio de Cultura, cobra unos precios exorbitantes por el alquiler de la pista.

La inauguración oficial del Pabellón Polideportivo Municipal fue anunciada personalmente por el gobernador civil, José María Fernández del Río, para septiembre de 1981, en una pretenciosa conferencia de Prensa celebrada el pasado mes de junio. Por aquel entonces, el pomposamente denominado Palacio de los Deportes presentaba otras peculiaridades de diseño, como la falta de espacio para las escaleras de jueces de atletismo en la línea de meta, inexistencia de accesos especiales para minusválidos y carencia de instalaciones de agua y gas. Estas deficiencias han sido subsanadas posteriormente con remiendos más o menos afortunados.

Una rocambolesca historia

La escandalosa situación actual del pabellón no tiene nada de extraña al contemplar su rocambolesca y larga gestación desde que en 1969, el entonces delegado nacional de Educación Física y Deportes, Juan Antonio Samaranch, prometió su construcción. Cuatro años después, el Ayuntamiento cedía unos terrenos municipales de 12.325 metros cuadrados a favor del Movimiento Nacional, por un plazo de 49 años, para la ubicación del pabellón. Los servicios técnicos de la antigua DND elaboraron el proyecto, presupuestado en 65.791.000 pesetas. El primer concurso-subasta de las -obras fue declarado desierto al concurrir un solo postor, la empresa Juana Ribes, que fue también la única licitante en la segunda convocatoria, por lo que se le adjudicaron las obras. Tras los primeros trabajos, esta empresa consideró irrealizable el proyecto, al estimar incompletos los cálculos de cimentación y estructura, solicitando una ampliación del presupuesto en más de veinte millones, que no le fue aceptada, por lo que el contrato se rescindió de forma amistosa.Las obras quedaron paralizadas desde noviembre de 1973 hasta enero de 1975, cuando la misma empresa volvía a hacerse cargo de ellas, tras una nueva subasta, por importe de 89 millones de pesetas. Los trabajos duran tan sólo dos meses, suspendiéndose por adaptarse el solar a las condiciones del proyecto. En diciembre de 1976 entra en escena el arquitecto Carlos Navarro, quien, junto a Eduardo Torroja, redacta un nuevo proyecto con un presupuesto superior a los 116 millones de pesetas. Comienzan de nuevo las obras, a un ritmo muy lento, durante 1976 y 1977, ya que la empresa Juana Ribes no contrata el personal suficiente, porque atraviesa por graves problemas económicos que, finalmente, en mayo de 1979, le llevan a presentar suspensión de pagos. En ese momento se han realizado obras por un importe total de 84.395.086 pesetas. En febrero de 1980, el Consejo de Ministros aprueba otro nuevo proyecto de terminación del polideportivo, elaborado esta vez por el arquitecto Jorge Stuyck, por un importe de 136.465.012 pesetas. El concurso-subasta correspondiente se lo adjudica, en abril de 1980, Dragados y Construcciones, por 110 millones de pesetas.

El Ayuntamiento quiere garantías

Ahora, aunque esta empresa considera que las obras están terminadas de acuerdo con el proyecto oficial, el Ayuntamiento de Valencia se niega a firmar la recepción de las mismas en tanto no sean subsanados todos los errores acumulados a lo largo de estos años, por lo que la fecha de inauguración del polideportivo es imprevisible.El Consejo Provincial de Deportes, que en los últimos meses se ha caracterizado por su política de contestación y crítica a la labor del último delegado provincial del CSD, decidió en su último pleno recabar información personal al secretario de Estado para el Deporte, Jesús Hermida. La Federación Valenciana de Atletismo, por su parte, está a punto de renunciar a la organización de tres campeonatos de pista cubierta que tenía solicitados: el de España Junior, la I Copa de Clubes y el Europeo de 1984, al no cumplirse la fecha de inauguración prevista y reiteradamente anunciada por el anterior delegado del CSD, Carlos de Lanzas. Este tuvo que abandonar su cargo por imperativos de la nueva ley de Deporte, y fue promovido por su partido, UCD, a la Dirección General de Documentación y Archivos del Consejo Preautonómico sin ver cumplido su gozo de ser el delegado del pabellón.

El polideportivo consta de dos plantas. En la superior está instalada la cancha de juego, y a su alrededor la pista de atletismo, con un graderío circundante con capacidad para 5.000 espectadores. La planta inferior, un semisótano carente de la debida aireación y sembrado de columnas, se pretende dividirla en pequeños locales cerrados, y distribuir entre las distintas federaciones para entrenamiento de sus atletas. El coste del mantenimiento del pabellón está calculado en unos treinta millones de pesetas anuales. La Diputación y el propio CSD han prometido a la Fundación Deportiva Municipal su colaboración económica.

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