La paz
Se anuncian movídas y enrolles, en Madrid, para contribuir a la campaña europea por la paz, Amnesty International y eso. Antes, estas cosas se resolvían con un rosario por la paz en el Retiro.Ahora todo es como más importante, como más envolvente, Como más. Me piden firmas, ideas, colaboraciones, cosas. A mí se me ocurre "La verbena de Ronald Reagan", zarzuela muda en cinco cuadros y un coro (espontáneo y popular).
Cuadro primero. (A representar en vivo, a mediodía, en la Corrala o así ante el personal.) Sale Reagan a un balcón o galería, en bata y zapatillas, dispuesto a leer el periódico. Repara en la jaula del ca nario. Le da al canario alpiste y agua, le silba, juega con él y del juego pasa al trapicheo, el susurro y el soborno. Saca unos inmensos dólares y los coloca doblados entre las rejas de la jaula. Tapa la jaula con un letrero que dice: 'Base militar USA". Desaparece mientras el coro le grita "fuera".
Cuadro segundo. Nada más Jesaparecer, Reagan aparece por in balcón o galería del extremo opuesto del edificio, con la misma bata, zapatillas y periódico. Se tra,a de un balcón muy adornado con tiestos, imágenes, abanicos, yedras y cosas. Reagan se sienta a leer, pero cambia de idea, coge la regadera y lo riega todo amorosamente, poda esquejes con unas tijeras, limpia hierbas y cambia macetas de sitio, observando el efecto. De pronto saca del bolso un inmenso paño negro con el cual lo cubre todo, desapareciendo él mismo. En el paño pone: "Cementerio atómico". (El coro le silba.)
Cuadro tercero. Reagan reaparece instantáneamente, ubicuo, por otro balcón inesperado y distante. Igual caracterización. Se sienta y lee. Deja de leer y comienza a colocar grímpolas y gallardetes con las barras y estrellas, o sencillamente con la imagen del Tío Sam, en todos los tiestos, intersticios del balconaje y persiana. Se sienta. De pronto repara en la bombona de butano. de color rojo. Saca de¡ bolso una inmensa bandera norteamericana y cubre con ella la bombona, atándosela con un nudo, a manera de babero. (Abucheo y desaparición.)
Cuadro cuarto. Reaparece inmediatamente por otro punto inesperado. El balcón tiene atada una palma del domingo de Ramos. Reagan se sienta y lee. De pronto repara en la palma, la observa, la desata, la curiosea sin saber qué sentido pueda tener, como extranjero que es. Desaparece con la palma y reaparece con un fusil ametraliador último modelo, que ata al balcón, donde estaba la palma, con igual cuidado y amor que un niño ataría ésta. (Abucheo y desaparición.)
Cuadro quinto. Un Reagan catarroso, sonándose con un pañuelo (siempre bata y periódico de buen vecino madrileño), aparece en un balcón que tiene una colgadura: "Nucleares, no". Reagan parece disfrutar la paz del vecindario, la bondad de la mañana, el aire. De pronto repara en la colgadura de su propio balcón, sin dejar de usar el pañuelo. Trata de leer lo que dicen las letras. Se da vuelta, se esfuerza, se suena. Cuando ha leído "Nucleares, no", se guarda el pañuelo, coge la colgadura, se suena con ella ruidosamente y se la arroja al público. (Silbidos, abucheos y desaparición.)
A uno no le irnportaría, claro, que Reagan fuese sustituido por Breznev, salvo que estos días me parece que está con bronquitis política.
Ahora que los críticos van dejando de aplicarle a uno el reduccionismo de costumbrista, es cuando uno puede ponerse a escribir entremeses, sainetes y pasos a toda aspirina. Madrid, ni ruso ni yanqui, pacífico y gremial, aspira, sencillamente, a no ser las Malvinas de nadie.
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