Un aragonés triunfa en Berlín
El séptimo capítulo de la serie Ramón y Cajal, que esta noche se emite por la segunda cadena, trata de la vida en Barcelona como catedrático del gran histólogo aragonés. La serie, excelente, bien documentada y de evidente interés tanto dramático como pedagógico, va creciendo. TVE debe ir pensando en su futuro lugar en la primera cadena, para refrendar la calidad de esta serie con la audiencia que se merece.Hasta Barcelona le ha seguido a don Santiago su vieja polémica con Ferrán. Está ya absorbido por sus investigaciones histológicas, mientras en su hogar las dificultades económicas de la ya muy numerosa familia Cajal se ven incrementadas por un nuevo embarazo de Silveria.
Una vez más publica a sus expensas los resultados de sus investigaciones, que remite a científicos españoles y extranjeros, lo que complica aun más la mala situación financiera de su hogar. Silveria se ve obligada a despedir a la sirvienta, mientras su esposo sólo ve el mundo a través del objetivo de su microscopio. Tanto es así que Cajal ni siquiera se apercibe del instante de la muerte de su hija Enriqueta, que ocurre en el momento en que descubre la terminación independiente de una célula nerviosa.
El capítulo séptimo de la serie Ramon y Cajal se emitirá esta noche a las 21
35 por la segunda cadena.
Su descubrimiento destruye la teoría vigente del "reticularismo". Cajal publica su descubrimiento, pero no obtiene eco. Le rodea la indiferencia. Pero no se arredra. Solicita ayuda para asistir al congreso de la Sociedad Anatómica de Berlín, pero la única beca que consigue es la de siempre: los ahorros de Silveria, su esposa, que una vez más vende las cortinas de su casa.
En el salón de sesiones de un palacio berlinés, Cajal parece un hombre insignificante entre sabios de talla mundial. Nadie le presta atención. Pero al final, Kolliker, el más grande científico alemán, se inclina sobre el microscopio de Ramón y Cajal y exclama: "No creía que existiese ciencia en España. Ahora sé, señor Kayal, que estaba equivocado".
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