Liberalismo, la etiqueta seleccionada por Antonio Garrigues para formar su partido político
Los clubes liberales que Antonio Garrigues Walker ha puesto en funcionamiento en casi todas las provincias españolas, como centros de debate sobre el liberalismo y, a la vez, como soporte para operaciones políticas futuras, están integrados por una amalgama de personas de filiación e ideología heterogéneo, que van desde antiguos simpatizantes del PSUC o el desaparecido Partido Socialista Popular (PSP) hasta numerarlos del Opus Dei o activos conferenciantes de "Charlas para Matrimonlos Cristianos". Algunos de los promotores de estos clubes son personas independientes y prestigiosas en sus provincias, otros proceden del franquismo, otros son profesionales competentes y más de uno ha tenido problemas con la justicia, si bien han sido apartados de los clubes en cuanto esta particu.laridad ha sido conocida por los dirigentes.Como telón de fondo, un sanedrín mixto de dirigentes liberales de UCD y de Antonio Garrigues, recién creado, observa con atención el desirrollo de los acontecimientos políticos y se prepara para irrumpir en el momento adecuado -la decidisión estará en función de los resultados de las elecciones andaluzas- en la escena nacional. Este órgano directivo de los liberales está compuesto por la actual ministra de Cultura, Soledad Becerril; los ex ministros Ignacio Camuñas y Antonio Fontán; el secretario de Organización de UCD, Pedro López Jiménez; Eduardo Merigó; el portavoz centrista en el. Senado, Luis Miguel Enciso; el diputado Joaquín Muñoz Peirats, el ex ministro Eduardo Punset, el promotor de la operación liberal desde fuera del partido en el Gobierno, Antonio Garrigues Walker.
Según los informes remitidos por nuestros corresponsales, los clubes liberales están siendo promocionados por personas que go zan de buena imagen en sus pro vincias y que no han tenido conexiones con el régimen franquista, en Burgos, Badajoz, Sevilla, Ibiza Guadalajara, Lérida, Zamora, Valladolid, Avila, Cantabria, Granada, Tenerife, el País Valenciano y La Rioja, salvo excepciones aisladas. En algunas de estas zonas, la presencia de destacados miembros de UCD es el activo más importante con que cuenta Antonio Garrigues. Comenzando por la ministra Soledad Becerril, que acaba de darse de baja en el Club Liberal de Madrid para afiliarse al de Sevilla, y terminando por el principal promotor del Club Libe ral en Huelva, Jesús Fuentes de Blas, militante de UCD y cuyas re laciones amistosas con los centristas llegan hasta el punto de llevar les el asesoramiento jurídico a lo apoderados e interventores de UCD en la provincia, Antonio Garrigues ha conseguido aglutinar en sus clubes a una larga lista de agraviados del partido del Gobierno.
Los agraviados de UCD
Son los diputados, senadores concejales, alcaldes o simples militantes de base o cargos provincia les -sin olvidar a algún renombrado ministro- que han tenido problemas ideológicos o personales con el actual aparato de Unión de Centro Democrático. Además de los liberales, algún que otro político que no logró salir elegido en pasados comicios por Alianza Popular, algún militante descolgado de Unidad Andaluza -el partido de Manuel Clavero-, otros pocos desgajados del PSOE o del PSP (tal es el caso del vasco Fernando Maura o el catedrático tinerfeño Vicente Rodríguez) y algún peculiar personaje de difícil identificación ideológica, como el economista conquense Francisco Ballesteros, concejal franquista durante muchos años y principal defensor de la candidatura del diputado del PSP, José Bono, en las primeras elecciones generales, completan el abanico de políticos que se reúnen asiduamente en los 45 clubes liberales que actualmente funcionan en España para hablar de economía, de urbanismo, del aborto o del medio ambiente, con la mirada puesta en las candidaturas electorales.
Hay otros socios de los clubes, por el contrario, que abonan la cuota inicial de 5.000 pesetas y la mensual de mil simplemente para encontrar un lugar de reunión y debate sobre lo que ocurre a su alrededor, desde los temas de alta política hasta las cuestiones familiares, como el divorcio o la educación de los hijos, aunque este contingente de socios sea minoritario. Salvo en Galicia o en Barcelona, donde los liberales son altos ejecutivos y empresarios poderosos, o en Euskadi, donde el bilbaíno colegio mayor de Bidealde, perteneciente al Opus Dei, está a disposición de los directivos de los clubes, en el resto de España la clientela liberal, formada por arquitectos, médicos, abogados, catedráticos, directores de sucursales bancarias y empresarios medios se reúne en el despacho de alguno de ellos o alquilan locales que financian con las cuotas ya mencionadas.
Se da algún caso aislado, como es el de la provincia de Valladolid, en el que tanto el presidente del Club como el vicepresidente son empresarios de la construcción. El primero de ellos, por cierto, fue expulsado de la Asociación Vallisoletana de Empresarios de la Construcción (AVECO), y por ello, no es infrecuente que en la sede del club liberal, que no tiene teléfono, se hable, sobre todo, de negocios inmobiliarios, de terrenos o de promociones de viviendas.
Un capítulo aparte merecen los promotores de los clubes liberales que hasta el 23 de noviembre de 1975, día en que se murió el general Franco, tenían la vida más que resuelta y perdieron el tren de UCD. Así, figuran en los clubes catalanes los procuradores de las últimas cortes orgánicas por el tercio familiar Eduardo Tarragona y Mauricio Durán, o en el de Albacete, el también procurqdor y letrado de Sindicatos Abelardo Sánchez Moreno. El liberal conquense, Constantino Palomino era subjefe provincial del Movimiento cuando murió Franco, cargo al que había llegado a través de sus relaciones con Francisco Ruiz Jarabo, presidente del Tribunal Supremo y ministro de Justicia durante el régimen anterior.
De esta subjefatura, Palomino accedió a la presidencia de la Diputación Provincial, tras una rocambolesca operación en la que desplazó al titular, manteniéndose en ese puesto hasta las elecciones parlamentarias de 1979. Paralelamente, fue evolucionando su adscripción política, pasando de ser presidente de Unión del Pueblo Español, la asociación que promovió Adolfo Suárez, al mismo cargo en Alianza Popular, que abandonó al constituirse UCD. Después de un breve período en que cada frase suya era una descalificación para el partido centrista, tuvo que optar por pedir el ingreso en UCD. La venganza de los centristas fue vetarle para el Congreso e incluirle en la lista del Senado, desde cuyo escano recorrió todas las corrientes internas de UCD. Incluso con tanto vaivén, Palomino resultó ser el más votado en las elecciones, confirmando de esta manera su popularidad en la provincia. Palomino, que conoce perfectamente que no tiene sitio en UCD para las próximas elecciones, no sólo ha fundado el club liberal, sino que está dedicado de lleno a El Diario de Cuenca, en cuanto se liquide la cadena de Prensa del Estado.
Otro que quiso emular a Adolfo Suárez y que ahora se halla encuadrado en la directiva del Club Liberal de Asturias (aquí denominado Club Clarín) es José María Roces, que fue subjefe local del Movimiento en Gijón, cargo al que tuvo acceso tras la muerte de Franco "con la finalidad de contribuir desde dentro a su desmontaje", según sus propias palabras.
Casos curiosos
Hay personajes políticos en esta operación que, debido a stis características peculiares, se htn ganado a pulso un lugar destacado en las conversaciones de los socios de los clubes liberales, entre ellos, el fichaje del presidente del Atlético de Madrid, el doctor Cabeza. Otro es el presidente del Club Liberal de Palma de Mallorca, Tomás Sitjar, miembro del Consejo de Administración del Banco de Crédito Balear, con intereses en empresas urbanizadoras, quien el año pasado fue distinguido con el premio a la peor labor realizada en. el campo urbanístico balear. Otro es el Pau Miserachs, cuya evolución política debió de estar directamente relacionada con la lectura de Hamlet. Primero impulsó, junto con su padre, la Democracia Cristiana de Cataluña, con presupuestos ideológicos muy similares a los de la CEDA de Gil Robles. Después se convirtió en activo militante de Esquerra Republicana de Catalunya, desde donde pasó a Convergencia Dernocrática, para aterrizar finalmente, y por el momento, en la operación Garrrigues.
Un tercer personaje curioso es el inventor del liberalismo en Asturias, Javier Vidal, quien ha demostrado gran imaginación y constanela al implantar el liberalismo en una región donde la ma.yoría de sus habitantes viven de la empresa pública, el centro de los ataques de los economistas liberales. Partiendo del contexto social a.sturiano, otros grupos liberales no llegaron a reunir nunca a más de media docena de simpatizantes. Quizá por eso a Vidal le parece un éxito haber afiliado a 85 residentes en Asturias en el Club Clarín, tras exponerles, casi uno a uno, su nueva teoría: "el-modo-de-ser-lliberal-en-Asturias", que admite la empresa pública, aunque la exija comportarse como si fuera privada.
Otra de las caractarísticas del li
Liberalismo, la etiqueta política elegida por Antonio Garrigues para formar su partido político
beralismo español de Antonio Garrigues y los liberales de UCD es la presencia del componente confesional entre algunos dirigentes. A pesar de que históricamente en nuestro país, liberalismo ha sido siempre sinómino de laicismo, cuando no anticlerical. Sin embargo, en la cúspide misma de la operación liberal se encuentra Antonio Fontán, cuya relación con la Obra viene ya de lejos. Otro tanto puede decirse de Juan Caldés, miembro de la gestora del club de Palma de Mallorca, o de Germán Yanke, el organizador de los clubes liberales en Euskadi, a los que ha puesto el nombre de "Sociedad Euskalherría", con el propósito de apropiarse del prestigio que tuvo esta antigua organización vasca.Numerario del Opus
Germán Yanke es numerario del Opus; su segundo en Vizcaya, Juan Luis Barandarián, daba hasta hace muy poco charlas para matrimonios cristianos, y su tercero ' Daniel Busturia, ex asesor de Leopoldo Calvo Sotelo cuando éste era ministro para las Relaciones con la CEE, es orador habitual en los ciclos de conferencias que organiza el colegio mayor de la Obra en Bilbao, el Bidealde. La presencia en los clubes liberales catalanes del diputado de UCD Juan Botanch, respaldado por la organización católica denominada Cursillos de Cristiandad, más conocida como "De Colores" completa este singular contingente de socios liberales.
El incidente más desagradable con que se ha encontrado hasta ahora Antonio Garrigues, y el que, sin duda, más ha desprestigiado la imagen de los clubes, ha sido el caso Juan Ignacio Sardá, el presidente del Club Liberal de Cataluña que tenía pendiente la celebración de un juicio por presuntos delitos de estafa y desfalco. Antonio Garrigues as egura que se enteró por este periódico del pasado de Sardá, y que se fió de los informes previos que sobre su persona le remitió Eduardo Punset. Este, por su parte, alega que su último recuerdo de Sardá se remonta a los años anteriores a su exilio, en 1959, cuando Sardá acababa entonces de cumplir condena en a cárcel de Soria por sus actividades antifranquistas. Lo cierto es que ni uno sólo de los socios de los clubes catalanes conocía la cuenta pendiente de Sardá con la justicia, porque, en caso contrario, se pregunta Garrigues "¿Alguien se cree que estamos locos, y que, de haberlo sabido, le hubiéramos fichado?".
La dimisión fulminante de Sardá zanjó este incidente, del que, por otro lado, ya existía un precedente en los clubes liberales, aunque no haya tenido tanta trascendencia pública: un apoderado de las oficinas del Banco Industrial del Mediterráneo (BIM) en Albacete, Santiago Muñoz, secretario general de la gestora de club albacetense, tuvo que salir por pies de la provincia, al verse implicado en un presunto desfalco del BIM. Los liberales locales, no obstante, aseguran que nada tiene que ver con ellos en la actualidad.
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