Dulces catástrofes

En 1970, el veterano George Seaton conmovió al personal con una película de nula imaginación, gran presupuesto y resultado seguro. ¿Qué aburrido viajero de avión no sueña con el consuelo de Jacqueline Bisset en un imaginario accidente? ¿Qué viajera desperdiciaría la ocasión de sentirse salvada por un piloto llamado Burt Lancaster? Aunque parezca mentira, las películas a veces se organizan alrededor de preguntas de este tipo.De ahí nació Aeropuerto, que forró de millones a mucha gente. Fue un caso muy hábil de aplicación a una experiencia común, como es un vuelo en avión de pasajeros, de una hipótesis de excepcionalidad. Ese es el subsuelo psíquico sobre el que hace su agosto el llamado cine de catástrofes, inspirado en el viejo principio de que visualizar un temor es la mejor forma de exorcizarlo.

Tras la madre vinieron las hijas: Aeropuerto 1975, de Jack Smigth, Aeropuerto 77, dirigida por Jerry Jameson, y, años antes, en 1971, este Terror en el cielo, de Bernard Kowalski, que TVE emite esta noche. La filiación es incontestable: cualquier diferencia entre estas películas es pura coincidencia. Todas responden, con insignificantes variaciones de argumento, al banal rito de aburrimiento de sala de espera.

La variante argumental de Terror en el cielo es la sabrosa hipótesis de una intoxicación galopante de la tripulación del avión, circunstancia que obliga a un pasajero a tomar los mandos bajo los dulces ojos de una celestial azafata milagrosamente librada del cólico. Doug McCIure, el vaquero Trampas de antaño, es el heroico pasajero; la soñada azafata, Lois Nettleton. El malo de turno es el pobre Roddy McDowall, ya encasillado por su mirada torva. El toque de serenidad lo dan los veteranos Leif Ericson y Keenan Wynn. Una pena.

Terror en el cielo se emite esta noche a las 22.30 por la primera cadena.