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Reportaje:

La Ciudad de los Muchachos, algo más o que una institución filantrópica

El circo de la Ciudad de los Muchachos abrirá sus puertas mañana, en su primera gala de Navidad en Madrid. Mientras tanto, dos chavalitos, dos payasos del circo del padre Silva, visitaron la redacción de EL PAIS con su tigre, Sita, en realidad un bebé de seis meses que se acurrucó en la moqueta, miró atentamente el diario y se fijó en las pantallas de nuestro sistema.

"Es un poco la mascota del circo, pero ya está aprendiendo cosas para trabajar con nosotros", dijo el joven relaciones públicas del circo, que es quien pensó visitar las redacciones de los periódicos con Sita. "En realidad ya le conocen en el New York Times, donde le dieron en primera página, con todos los redactores jefes alrededor, cuando estuvimos actuando en el Madison Square Garden, y en otros muchos periódicos del mundo". "Desde Nueva York hasta Bangladesh, hemos recorrido los países más diversos. Hemos visto la gente muerta de hambre materialmente, y hemos conocido también las ciudades y los paises más desarrollados. Los chicos de la Ciudad de los Muchachos somos de verdad afortunados", añadía.El que habla no quiere dar su nombre, "porque todo esto puede sonar a propaganda personal, a protagonismo. Y este es el trabajo de un colectivo que se debe a un hombre, un loco, el padre Silva". El padre Silva se inventó un sistema para educar a chavales que no tenían donde caerse muertos ni dónde seguir vivos, o que lo que tenían no les gustaba. Era un sistema fascinante, la primera ciudad democrática en la España entonces franquista, que elegía sus cargos, se autofinanciaba, y ofrecía a los chicos más desarraigados y más desamparados algo que ilusiona a todos los niños: la vida del circo. Una escuela de circo, en Bemposta, y un circo para recorrer el mundo, y como la letra con circo entra, los chavales estudian, aprenden oficios y hacen el bachillerato y la carrera, se expresan en libertad y en alegría, y van aprendiendo a cargar con la responsabilidad que da la convivencia libre.

El que habla estudia ahora Psicología y Pedagogía y mantiene una familia numerosa en hermanos. Ahora colabora entusiásticamente con el circo, que pretende montar en Madrid un complejo paralelo a Bemposta, con una escuela de circo y otras actividades artísticas, en el más viejo sentido de la palabra arte. "Mis amigos de infancia salen mucho en los periódicos: son delincuentes juveniles casi todos. Yo me escapé del colegio del Tribunal Tutelar de Menores y me fui a Bemposta, a la Ciudad de los Muchachos. Tuve algunas dificultades de adaptación, porque es difícil pasar, de un sistema rígidamente autoritario a uno democrático. Pero me quedé".

Bemposta funciona por distritos de muchachos, que ganan su dinero y se mantienen con sus propias actividades. "Tienen cinco horas de estudio y tres de trabajos manuales, de oficio. Y por cada hora de estudio o de trabajo, cada chico cobra una cantidad de dinero en la moneda de Bemposta, que es la corona, que equivale a tres pesetas. Cada distrito elige un representante, un diputado en el parlamento de Bemposta, y también se elige al alcalde de la ciudad, y todos los distritos se financian con lo que sus miembros ganan. Nosotros creemos que es algo más que una institución filantrópica: es tina obra educativa revolucionaria".

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