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Las competiciones europeas a nivel de clubes han perdido prestigio y categoría

Las competiciones europeas a nivel de clubes han perdido prestigio y categoría. Ya no se producen aquellas históricas y sensacionales finales de hace años. No hay más remedio que decir eso de que tiempos pasados fueron mejores. La invasión de los americanos trajo consigo el escepticismo, primero, y la retirada, después, de los soviéticos, durante muchos años los amos y señores del baloncesto europeo. La inercia de ese poderío aún colea y la Federación Internacional de Baloncesto Amateur (FIBA) no se atreve a parar los pies a la que, durante tantos años, fue la gran potencia del baloncesto continental.

Los soviéticos son los grandes protagonistas del tema, cosa lógica si tenemos en cuenta que han sido durante muchos años los anfitriones del deporte de la canasta en Europa. Se crearon las competiciones europeas y el acierto fue total. Los soviéticos empezaron a conseguir títulos sin mayores dificultades. Comenzó el ASK de Riga y continuó el TSSKA de Moscú. El Real Madrid, de la mano de Raimundo Saporta, el hombre más importante en el baloncesto español a nivel internacional, tomó la alternativa con refuerzos de jugadores norteamericanos y en este momento tiene siete títulos continentales.La inclusión de los americanos en los equipos occidentales llegó a límites insospechados y los israelíes lo llevaron al máximo exponente al incluir en su equipo campeón, el Maccabi de Tel Aviv, a tres o cuatro norteamericanos, lo que le llevó a ganar el título europeo. Indudablemente, las competiciones europeas se americanizaron y poco a poco los soviéticos emprendieron la retirada. Sus disculpas las respaldaban en la preparación de unos Juegos Olímpicos o de un Campeonato de Europa o del Mundo. Lo cierto era que no aceptaban las normas de la FIBA, que permitían que los equipos occidentales tuvieran en sus filas dos americanos, y a veces más, por estar algunos nacionalizados. No hay que olvidar que el mismo Real Madrid puso en la cancha de juego a cuatro jugadores que no han nacido en España.

Permisividad absoluta

Como ocurre siempre en estos casos, surgió la otra cara de la moneda. La FIBA estaba interesada en que los soviéticos estuvieran presentes en las competiciones europeas de clubes, además de que intervinieran en los Campeonatos de selecciones y a partir de entonces los equipos de la URSS se permiten todo tipo de lujos. Cuando les viene bien juegan la Copa de Europa o la Recopa y cuando les conviene desaparecen de las mismas. Tan sólo en una ocasión fueron amonestados pero lo cierto es que hacen lo que quieren.La FIBA, en cierto modo, perdió los papeles. La inclusión de Israel fue la guinda. Los soviéticos se negaron a jugar en Tel Aviv y se permitieron todo tipo de combinaciones sin mirar en los perjuicios a terceros. Algo parecido a lo que en tiempos pasados ocurrió cuando no era posible que un equipo español acudiera a la Unión Soviética o viceversa. Los buenos aficionados recordarán que el Real Madrid tuvo que jugar una final europea en París. Poco después, el propio Saporta consiguió que, por primera vez, el deporte español intercambiara partidos con los soviéticos.

Este es el momento en que, cuando un equipo de la URSS se tiene que enfrentar con los isrealíes, lo hace en cancha neutral. Geográficamente tiene razón, pero nadie ignora que se debe a motivos políticos y la FIBA transige y consiente. No es fácil admitir que, en 1.981, un equipo que tiene anunciada su llegada a Madrid el domingo sea incapaz de hacerlo el martes. Parece que el problema principal ha sido el traslado de Kiev a Moscú. Puede ser, pero ésto no debe hacer olvidar que los equipos soviéticos participan cómo y cuando quieren en las copas de Europa, y juegan donde su línea política les exige.

El precedente que consiente esta conducta permitirá que, a partir de ahora, cualquier equipo pretexte la más mínima irregularidad para no presentarse a jugar. Los soviéticos tienen toda la razón al argumentar que las competiciones continentales están excesivamente americanizadas y tienen muy poco de europeas, con Israel, su caballo de batalla, incluido, pero una vez que se inscriben, después de no haberlo sabido denunciar oficialmente, tienen que cumplir las normas. No les preocupa mucho, como se ve, entre otras cosas porque la FIBA es un "árbitro" excesivamente diplomático. Tampoco en esta ocasión el deporte, ahora el baloncesto, puede escapar de las garras de la política.

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