Ron Clarke,
atleta australiano de fondo y mediofondo, considerado el más grande de todos los tiempos por el enorme número de records conseguidos, sufrió a principios de esta semana en Melbourne, su ciudad natal una operación a corazón abierto para prevenirle un ataque cardiaco.Clarke, que cumplió el pasado 21 de febrero 44 años, no goza de la fama de Paavo Nurmi, Emil Zatopek o WIadimir Kuts, quizá porque no logró ganar nunca una competición importante, en una racha curiosa de mala fortuna, pero asombró al mundo al superar entre 1963 y 1967 nada menos que dieciocho plusmarcas mundiales.
Excepcional corredor de tren, perdió finales olímpicas por su falta de sprint, que no necesitaba para derribar barreras cuando la responsabilidad de una medalla no le atenazaba. Ahora, su máquina fundamental, cansada de tantos esfuerzos, ha necesitado la sustitución de una válvula simplemente para seguir caminando. Sus records de 5.000 y 10.000 metros, la hora, los 20 kilómetros, así como de las dos, tres, seis y diez millas, algunos hasta por partida cuádruple, caso de la primera prueba, son la historia de un corazón cansado.
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