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Semana de clara orientación a la baja

La pasada semana presentó tinos perfiles un informen ente negativos en las bolsas españolas. Las reuniones que se iniciaron el martes, marcadas por la indecisión, pero en las que en cualquier caso estuvieron ausentes los compradores, tuvieron su máximo punto de depresión en las sesiones del jueves, donde la presión vendedora se hizo prácticamente agobiante, y cuatro de los grandes bancos optaron por no mrcar cambio en el mercado madrileño ante la evidente desproporción entre oferta y, demanda que arrojaban sus saldos, que llegaron a alcanzar el medio millón de acciones a la venta. En cualquier caso, las expectativas que desató el cambio de Gobierno, y sus resultados definitivos, sólo pueden ser calificados de negativos para las bolsas.Este decorado únicamente cambió algo en la sesión de cierre, donde, fundamentalmente a impulsos de los inversores bilbaínos, aguilas sociedades del grupo bancario, Poptilar y Santander concretamente, consiguieron cerrar las operaciones del día experimentando bajas importantes, pero contando con ciertos flujos de demanda.

En el resto del mercado, y siempre referido a la sesión del pasado viernes, que resultó con diferencia la mejor de la tanda semanal, sólo se pudo apreciar un importante incremento en el volumen de negocio en los corros, y en una discreta retirada de las órdenes de venta para los valores eléctricos después de que terminase el período hábil para contratar.

La característica que definió el comportamiento de los inversores institucionales fue la conversión de sus posiciones en acciones viejas de valores eléctricos que actualmente están ampliando su capital, por la compra de derechos ampliatorios, para suscribir acciones nuevas y acogerse así a las posibilidades de bonificación fiscal que ello comporta.

Estas ventajas fiscales se concretan en la posibilidad de declarar minusvalías a la hora de vender las acciones que hoy son nuevas. Las acciones que se consiguen por suscripción son susceptibles de ser contabilizadas al 100%, de su valor nominal, aunque sólo se haya realizado un desembolso parcial del mismo (este es el caso de las empresas eléctricas y de Telefónica, que actualmente están ampliando sus capitales). En el momento en que estas acciones nuevas sean admitidas a cotización, su venta producirá una minusvalía contable, que será susceptible de ser consierada como una pérdida, a la vez que se abre el camino para poder reinvertir y mantener la desgravación genérica en otros valores a los que se les estimen mayores posibilidades, bien de rentabilidad o bien de plusvalía, siempre y cuando sean de cotización calificada.

Con este mecanismo era lógico pensar que los derechos de suscripción iban a centrar el interés de los inversores. Y esto fue lo que ocurrió. La única negociación más o menos fluida de las cuatro sesiones fue la correspondiente a los cupones, y éstos se mantuvieron en unos niveles aceptables de precios, aunque siempre mantuvieron como referencia la cotización de las acciones viejas, y, se llegó a los cierres de la ampliación de Hidroeléctrica del Cantábrico con una demanda desbordante de derechos de suscripción bastante por encima de su precio de cierre de la operación a nueve pesetas, mientras los de Telefónica descendían.

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