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McEnroe: "No sé explicar cómo se llega tan alto a mi edad"

John McEnroe. Número uno del tenis mundial. Rebelde sin causa, "l'enfant" terrible, supermocoso, el monstruo de Douglaston, son apelativos que le dedica la crítica internacional. En la pista le llaman otras cosas y las contesta. A sus 22 años ha conseguido todo.

"No sé explicar cómo se llega tan alto a mi edad. Sí, suerte hace falta y estoy muy contento de estar donde estoy". La parquedad en las respuestas del gran tenista podría parecer modestia de no hacerlas en la forma que lo hace. Cae en lo grosero. Está convencido de encontrarse en posesión de la verdad y repudia todo lo que no le parece justo. Se enfrenta con todo lo que haga falta. Vive en un izo constante. No a los jueces, no al contrario, no a perder un solo encuentro, no a las fans, no a los medios de comunicación, no a todo."Sólo quiero hablar de tenis. Es lo que hago y por lo que se me conoce y mi vida privada no tiene nada que ver con que sea el número uno del mundo. Son cosas distintas. Acepto la popularidad, pero hay cosas que me pertenecen a mí solo".

MacEnroe por ahora solo sabe "hablar" en la pista, pero no fuera de ella. Sus estudios en la Universidad de Stanford no los ha asimilado suficientemente. No se le puede reprochar, porque no es fácil amoldarse a su edad a la situación en la que se encuentra: dinero, triunfos, gloria, fama y sobre todo popularidad. Esto le lleva a comportarse como lo hace, porque es justo decir que no sólo protesta para que el juez le favorezca, sino en cualquier ocasión, aunque vaya en perjuicio suyo.

Tremendamente irascible, casi insoportable con los medios de comunicación, pone mala cara ante cualquier pregunta con gesto de conceder un favor: "Procure terminar pronto; cinco o seis minutos, más o menos. Tengo mucha prisa y no puedo entretenerme". Es comprensible. Todos los periodistas que se han dado cita en Barcelona estos días querían una entrevista en exclusiva con John McEnroe, y de atender a todos no hubiera hecho otra cosa, ni siquiera habría acudido al Palacio de los Deportes a jugar.

A la pregunta de que si cuando se enfadaba en la pista y montaba sus números era porque en realidad estaba enojado o lo hacía para romper el ritmo del contrario, ya que casi siempre el hecho se produce cuando él está en mala racha, contestó sin ningún convencimiento que " lo hago porque no puedo evitar mi indignación y nada más"

El hobby de John McEnroe es la música, incluida la que se da en las discotecas. Es introvertido y parece lleno de complejos. Sentado ante el entrevistador es completamente diferente que en la pista. Siempre está a la defensiva. No sube a la red, no se pronuncia, está incómodo y siempre lleva las de perder. Se hace difícil ver en él al hombre que supera ante quien sea un match ball.

"Ahora que he ganado los grandes torneos todos quieren entrevistarme, pero de no haberlo hecho me ignorarían y no por ello dejaría de ser el mismo. No estoy conforme con esto y lo tiene que comprender. Efectivamente, no estoy conforme con esta forma de comportarse los medios de comunicación y la sociedad. Por eso no me gusta acudir a las cenas y todos esos protocolos que hay en torno al tenis. A mí sólo me gusta estar en la pista y después hacer mi vida sin que nadie se preocupe de lo que hago".

Se hace muy difícil mantener un cambio de impresiones con este hombre que hace del tenis una cosa tan fácil. Quizá desde el 16 de febrero de 1959, día en que nació este fuera de serie en Weisbaden (RFA), ya estaba destinado para pasarse la vida con una raqueta en la mano. En la pista y junto a la red ya tiene muy poco que aprender. Su futuro es realmente prometedor y halagüeño. Fuera de ella todavía sufrirá algún disgusto, a pesar de los muchos millones que le respaldan.

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