El sector crítico comienza a cuestionar su confianza en Calvo Sotelo como líder centrista
Un elemento nuevo, de gran alcance para la crisis de UCD, surgió ayer: la autoridad de Leopoldo Calvo Sotelo en el partido centrista está empezando a cuestionarse seriamente en el sector crítico. Los liberales y los democristianos han sumado a su declaración lograr la dimisión de Rodríguez Sahagún las sospechas de si realmente el presidente del Gobierno va a ser capaz de enfrentarse al duque de Suárez, quien, al haber ganado la primera batalla, se ha afianzado en sus posiciones.
La solución a la crisis interna de UCD continuaba negociándose entre pasillos, como paso previo a la solución Final que, de ser posible, se producirá entre este fin de semana y los primeros días de la próxima, según afirmó el presidente de Unión de Centro Democrático, Agustín Rodríguez Sahagún. Mientras tanto, el nombre, del ministro de Agricultura, Jaime Lamo de Espinosa, se reafirma para ocupar la secretaría general del partido, ya que parece ser que el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, le apoya.En todo ese trasiego de negociaciones apareció ayer un nuevo protagonista a escena: Landelino Lavilla, mediador ayer tarde entre la Moncloa y el despacho de Antonio Maura (sede del bufete de Adolfo Suárez) y candidato al puesto de presidente del partido, en sustitución de Rodríguez Sahagún. Sin embargo, su difícil relevo al frente de la Presidencia del Congreso de los Diputados es el principal handicap en esta operación.
Suárez teme que Calvo Sotelo quiera derechizar el partido y, por ello, no parece que vaya a ceder ni un ápice en el control del aparato de UCD, e incluso parece dispuesto a tensar la cuerda hasta el límite. Ayer, Rodríguez Sahagún comentó a algunos diputados su intención de continuar sancionando y expulsando a todos aquellos parlamentarios que no acaten los acuerdos del último consejo político, claramente favorables a las tesis suaristas. Como las medidas disciplinarias parece que van especialmente dirigidas hacia los firmantes de la plataforma moderada, éstos permanecen alerta y han lanzado su ultimátum: como esta situación se prolongue más de otra semana, y Calvo Sotelo no se atreva a hacerle frente a Suárez, pueden ser numerosos los diputados de este sector que se vean obligados a abandonar UCD. Esta seria advertencia fue manifestada ayer a EL PAIS por portavoces autorizados del ala crítica del partido, quienes aseguraron hablar en nombre del colectivo, debido a que habían recibido múltiples insinuaciones en este sentido por parte de los diputados.
De momento, la decisión de aplazar las elecciones a portavoz parlamentario se ha adoptado para no añadir un nuevo elemento de tensión en la tormenta interna del partido. Este periódico pudo saber, de fuentes solventes, que un emisano de Adolfo Suárez hizo llegar a la Moncloa el rumor de que siete diputados suaristas podrían abandonar el Grupo Parlamentario Centrista si su actual portavoz, Miguel Herrero, se presentaba a su reelección. Lo que pretenden los hombres del duque, y parece que lo han logrado, es que el cargo de portavoz entre en el paquete de los pactos que han de hacerse para pacificarel partido.
Herrero se presenta
Sin embargo, Miguel Herrero señaló que en la actual situación está dispuesto a presentarse a la reelección cuando se celebren estas elecciones, si bien puntualizó que su aplazamiento obedecía a su deseo de no incrementar la tensión. Los liberales y los democristianos, entre tanto, se mostraban ayer en los pasillos del Congreso de los Diputados profundamente pesimistas y divididos en cuanto a la conveniencia de secundar el deseo de Oscar Alzaga de pedir un congreso extraordinario. Algunos piensan que, como los compromisarios que acudirían a ese congreso serían los mismos fieles suaristas de ahora, el 'fracaso podría ser estrepitoso. Otros opinan que, por el contrario, pueden superar el 40% logrado en el congreso de Palma con el apoyo de los martinvillistas y de los socialdemócratas que han quedado en UCD. Sin embargo, estos dos últimos sectores mencionados están a su vez divididos entre leopoldistas y suaristas, con lo que la confusión y el sentimiento generalizado de precaria estabilidad interna se convierte en el no va más.
En medio de este confuso panorama, Landelino Lavilla se entrevistó durante una hora con el hombre de confianza de Calvo Sotelo, José Pedro Pérez-Llorca, y posteriormente con Miguel Herrero y Jaime Lamo. Manuel Fraga, que entró un momento al despacho de Lavilla, con la consiguiente alarma de los observadores, sólo interrumpió las entrevistas para pedir un tratamiento prioritario para la ley de Arrendamientos Urbanos.
Quince minutos después, Calvo Sotelo hacía acto de presencia en el Congreso y despachaba entre pasillos con los interlocutores de Landelino Lavilla. Poco antes de marcharse, el presidente del Gobierno aseguraba que «todas las crisis requieren su tiempo, y ésta está tomando el suyo ».
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