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"En la etapa de Castedo, la radio gozó de la libertad que nunca tuvo", según Sotillos

Eduardo Sotillos, director de Radio Nacional de España (RNE), quien dimitió de su cargo el pasado día 24 de octubre, cuando el Gobierno y un sector de UCD forzó la dimisión de1 director general Fernando Castedo, manifestó a EL PAIS que, durante los nueve meses de su gestión, RNE gozó de la libertad que nunca tuvo para desarrollar su trabajo y adecuar su servicio a los objetivos que la audiencia española exige de esta empresa pública y que señala el Estatuto de Radio y Televisión aprobado por el Parlamento.

Sotillos, que sigue ejerciendo de director de RNE hasta que el nuevo director general, Carlos Robles Piquer, nombre a su equipo directivo, pronunciará hoy una conferencia en el Centro Cultural de la Villa de Madrid (plaza de Colón, a las 19.30 horas), y adelantó a EL PAIS algunas de las ideas que expondrá en su Crónica radiofónica de nueve meses. Los nueve meses en que estuvo Fernando Castedo como primer director general del Ente Público RTVE marcan las cotas de calidad y servicio más altas de la historia de RNE.«Hemos intentado salvar la institución de la empresa pública en estos nueve meses, que coincidieron con los mayores ataques al Ente Público RTVE, dentro de la dura campaña por la introducción de las televisiones privadas en España. Algunos querían que RNE». dice Eduardo Sotillos, «fuese algo así como un distinguido complemento de la radio privada. Pero nuestro equipo se propuso funcionar como una empresa rentable, en línea competitiva con las otras emisoras, llegar al mayor número posible de oyentes y despertar el interés de la audiencia».

«El balance provisional, pese al corto período de tiempo, consiste en haber incrementado en un 16% los índices de audiencia y en haber reducido los costes de producción -cien pesetas menos por minuto de emisión en el caso del primer programa respecto a la etapa anterior-, aparte de los proyectos que están en marcha. Así, Radio 3 intentará recuperar a un sector de la audiencia, la población más joven, que siempre estuvo de espaldas a RNE. También teníamos previsto transformar Radio 2 en una emisora cultural en su sentido más amplio y no reducirla sólo a emisiones musicales. Hemos iniciado también la política de reestructuración de personal y la renovación y ampliación de medios técnicos. A partir de enero tenderemos veinte unidades móviles nuevas que, indudablemente, repercutirán en la calidad de la prograrnación».

Otros programas, ya en antena, como Los 21 de Radio 1, constituyen un desafío para programas similares de la radio privada. «Se trata», dice Eduardo Sotillos, «de un auténtico hit-parade, sin compromisos comerciales y que se efectúa con el promedio de todas las listas que existen en nuestro país».

«Hemos pretendido, y creo que estos proyectos continuarán adelante», añade Sotillos, «que RNE no sea una emisora residual o elitista, porque el impuesto de todos los ciudadanos no debe primar a una determinada audiencia. Nuestro concepto de radio total responde precisamente al conocimiento de la audiencia y de sus exigencias. La radio debe ofrecer a los oyentes, en todo momento, programas que le interesen y que le acerquen a la realidad. Nosotros caminábamos hacia la eliminación de espacios monográficos porque éstos lo que logran es excluir a determinados sectores de la audiencia, es decir, todo lo contrario de lo que ha de ser la radio total. El ideal de esta concepción de la radio, aunque sea utópico, consistiría en que los profesionales no trabajen para un determinado programa, sino para la radio, para unos micrófonos donde se van turnando sin solución de continuidad y donde no caben programas en compartimientos estancos».

Cuestión de dignidad

La razón última de la dimisión irrevocable de Eduardo Sotillos es, según sus palabras, cuestión de dignidad. «A mí me pareció reprobable forzar el cese de Castedo por la vía de dimisión, incluido el escenario que se montó para provocar el relevo. Aquella decisión no era más que un rechazo de la gestión de Castedo, de su comportamiento y actitud al frente de RTVE. Está claro que se avecina un cambio, y yo no puedo seguir porque el relevo supone iniciar una política que ya no responde a mis ideas. Yo no creo que el nuevo director general tenga la misma línea de independencia que Fernando Castedo. Era tal el grado de compenetración entre los dos que me soportó muchas cosas precisamente porque confiaba en mí. Es lógico, y lo admito, que el sucesor no pueda depositar esa misma confianza en mí».Al contrario de lo que ha sucedido en Televisión Española, donde se ha producido una sola dimisión -la de Julio de Benito, subdirector de los servicios informativos-, en RNE dimitieron, junto a Sotillos, su director adjunto, Francisco Ruiz de Elvira; el director de informativos, José Luis Echarri; el director de Radio 2, Alfonso Gallego; el director de Radio 3, Fernando G. Delgado, y el jefe de Prensa, Antonio Casado.

«Ninguno de ellos», comenta Eduardo Sotillos, «milita en partido político alguno, y yo soy de los que reconocen el derecho a la militancia política. Esto, junto a otros cargos que firmaron la carta de solidaridad, como Manuel Estévez, director económico-administrativo; Ramón Villot, director de Radio 1; Juan José Bellod, director del Gabinete Técnico, y Eladio Gutiérrez, director de Producción, son, entre otros ejemplos de cargos que no tienen militancia política, la mejor demostración de que RNE no estaba tomada por los rojos, como han dicho algunos periódicos».

Eduardo Sotillos lleva veintiún años de trabajo en Radio Nacional y seguirá trabajando en la radio estatal como un redactor más.

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