El actual Barcelona, demasiado fuerte para el Atlético
, El Barcelona ganó de punta a punta. Hoy por hoy, el equipo azulgrana es muy superior al Atlético, casi diríamos que demasiado. Resolvió en el primer tiempo y en el segundo dejó correr los minutos evitando una fatiga que podría acusar el miércoles próximo, cuando reciba al Dukla, en partido correspondiente a la Recopa. El Atlético tuvo en Dirceu y Marcos sus dos únicos jugadores válidos para intentar el gol, y eso fue demasiado poco.La superioridad del Barcelona quedó patente en los primeros cinco minutos, en los que tuvo dos llegadas de peligro resueltas por Navarro en sendas paradas, a disparos de Morán y Simonssen. El Barcelona practica un fútbol sencillo, de entrega rápida, desmarque y devoluciones en pared al hueco. Schuster, bastante atrás, como subido en el observatorio de su estatura, inicia las jugadas con aperturas elegantes y se incorpora pocas veces al ataque, pero cuando lo hace, el peligro de sus acciones es enorme. Sánchez, Estella y Víctor son sus servidores. Los dos primeros hicieron anoche un gran partido, mientras que Víctor pareció muchas veces estar desconectado del ritmo del equipo.
El Atlético puso a Ruiz sobre Schuster, para tratar de evitar sus subidas; a Mínguez tapando por la derecha, a Quique por la izquierda, y a Dirceu, como armador del juego. El brasileño lució su excelente dominio del balón, pero conectó quizá demasiado poco con Marcos, que se anotó algunas de las jugadas más brillantes de la noche, pero no tuvo compañeros arriba. La pelea de Rubén Cano no estuvo acompañada de acierto y apenas fue de utilidad para su equipo.
El Barcelona presionaba y llegaba con peligro, a salvo de un pequeño bache en su juego entre los minutos quince y veinticinco, cuando los jugadores azulgranas renunciaron a entrar en el área y consumieron todas sus jugadas de ese período de tiempo en disparos lejanos y sin precisión. Pero desde el principio estaba claro que iba a ganar el Barcelona. La única esperanza se la daba al Atlético la inseguridad de la defensa del Barcelona y la comodidad de Schuster, que muchas veces se dejaba ganar la espalda por Ruiz. El esforzado centrocampista del Atlético se apuntaba a todas las salidas de su equipo en contrataque para explotar la pereza de Schuster, pero cuando recibía el balón lo jugaba desacertadamente.
Los goles llegaron en dos de las pocas ocasiones en que Schuster se acercó al área. El primero, cuando el propio alemán remató contundentemente un semifallado despeje de Navarro, y el segundo, como consecuencia de una jugada de extremo clásico, con la que Schuster levantó al público de sus asientos. No se sabe qué es mejor del alemán, si su claridad de panorama cuando se queda atrás, o su demoledora presencia en el ataque. Lo que sí está claro es que si este jugador no tuviera apagones sería intratable.
El segundo tiempo no les interesó a ninguno de los dos equipos. Uno piensa que de buena gana se hubieran puesto de acuerdo en concluir el partido en el descanso, de haber sido eso posible. El Barcelona siguió mandando en el juego, pero ya subía con menos hombres y menos fuerza, y como de los tres hombres de punta sólo Simonssen acertaba, las ocasiones de peligro fueron menores, aunque siempre más numerosas que las que Atlético conseguía forzar en el otro lado.
El único interés de esta segunda mitad lo dio la entrada en el campo de los extremos Rubio y Carrasco; el primero, por Rubén Cano, y el segundo, por Morán. Los dos sustituidos habían hecho muy poco, pero los sustitutos tampoco levantaron el espectáculo. Uno y otro se dejaron ver en alguna jugada, pero no le dieron al partido la espectacularidad que en esos momentos necesitaba, ya que por lo que respecta al marcador no había ninguna emoción. En realidad, el Barcelona se había permitido el lujo de ganar el partido en poco más de media hora, y pensó que no tenía por qué correr noventa minutos. El Atlético de Madrid no supo forzarle a hacerlo
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