Victoria de Jones y título para Piquet
El brasileño Nelson Piquet se proclamó ayer, en el circuito del aparcamiento del hotel Caesar Palace, de Las Vegas (Estados Unidos), campeón del mundo de fórmula 1. Piquet terminó en quinto lugar, después de una carrera muy inteligente. El australiano Alan Jones, campeón del mundo hasta ayer, ganó la carrera de principio a fin. Laffite y Reutemann, los otros dos aspirantes al título, terminaron muy retrasados.
Los dos Williams, con Carlos Reutemann y Alan Jones, salían desde la primera fila de la parrilla. Por detrás, en la segunda, el Ferrari de Villeneuve y el Brabliani de Nelson Piquet. Laffite, el tercer candidato con Reutemann y Piquet, sólo había podido clasificarse en el puesto doce de la parrilla de salida, por lo que, en un circuito tan estrecho, virado y con una recta de sólo quinientos metros como el del aparcamiento del hotel Caesar Palace, de Las Vegas, sus posibilidades eran muy remotas.Se especulaba sobre la posibilidad de que Alan Jones hiciera táctica de equipo con su compañero Reutemann. La táctica consistiría. en dejar que el argentino tomara la cabeza, para taponar el autraliano durante todo el tiempo posible al resto de sus rivales. Cuando éstos pudiesen rebasarle, Reutemann sería ya inalcanzable para todos.
Pero esa táctica era muy improbable. No sólo por las pésimas relaciones personales entre los dos hombre s de Williams, sino porque precisamente por no respetar las tácticas de equipo a principio de la temporada, fue por lo que se rompió la precaria armonía entre ellos. Sus consecuencias, y la mala suerte de Jones esta temporada, fueron determinantes para que Jones no pudiera renovar su título.
Por ello, nada más encenderse el semáforo verde, Jones se lanzó al ataque. Después de controlar la espléndida arrancada de Villeneuve y de Prost, el hasta entonces campeón del mundo se instaló en cabeza, para destacarse con una facilidad y una rapidez asombrosas.
Por detrás de él, el interés se centraba en la lucha por el título, ya que la carrera parecía no tener más que un claro vencedor casi desde la salida, salvo cualquier imprevisto. Durante unas cuantas vueltas, Reutemann rodó por delante de sus dos únicos rivales, Piquet y Laffite. Pero no pudo sostener mucho esta situación. Piquet le rebasó pronto y, poco más tarde, Laffite hizo lo mismo con ambos. Para Piquet, el que Laffite le superara no era ningún problema, porque la cabeza estaba muy lejos. Para el brasileño, el peligro podía venir de Reutemann, al que tenía ya por detrás. Por eso se dejó adelantar sin oponer demasiada resistencia y sin entrar en una pugna que pudiera costarle una salida de pista.
Esa táctica la mantuvo siempre Nelson Piquet. Con una frialdad impropia de un joven de veintinueve años que sólo lleva tres años en la fórmula 1, el brasileño se mantuvo siempre en una posición en la que tenía controlados los puntos suficientes para ser campeón. Arriesgó y atacó al principio, para adelantar a Reutemann en un momento psicológicamente clave, y luego mantuvo su coche fuera de peligro de averías, de salidas de pista o de un degradamiento de los neumáticos. Y eso le hizo campeón del mundo.
Porque, mientras Piquet conseguía perfectamente su objetivo, aguantándose en muchas ocasiones el deseo de atacar a pilotos inferiores a él, Reutemann se hundía psicológicamente en una de sus crisis por no poder hacer lo mismo. Seguramente, traicionado por la tensión, pese a su veteranía, Carlos Reutemann veía, impotente, cómo se le escapaba el título mundial que más cerca ha tenido en su ya larga vida deportiva.
Laffite, por su parte, después de un ataque a la desesperada en la primera parte de la carrera, que le permitió ascender hasta los primeros puestos, tuvo que parar para cambiar sus ruedas, totalmente desgastadas, para terminar en sexto lugar. Bella hazaña, como la de Prost -segundo al final, tras una imparable remontada-, pero inútil.
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