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PAIS VASCO

La independencia de Euskadi, objetivo final de EIA y los comunistas vascos

La independencia de Euskadi, entendida «como la plena asunción de la soberanía nacional», constituye uno de los objetivos finales de la fuerza política que habrá de resultar del proceso de convergencia entre el partido de la Revolución Vasca (EIA), que capitanea Mario Onaindía, y el Partido Comunista de Euskadi (PCE-EPK), cuyo secretario general es Roberto Lertxundi, según un documento conjunto en el que se establecen las bases ideológicas de la nueva organización.

El texto fue aprobado por las comisiones designadas en cada partido para negociar el carácter y el programa de la nueva fuerza política, en el curso de una reunión celebrada el viernes en Guipúzcoa. Las comisiones están presididas por los respectivos secretarios generales, Mario Onaindía y Roberto Lertxundi. Al parecer, el contenido de este acuerdo fue considerado por los representantes de EIA el mínimo imprescindible que deben aceptar los militantes del PCE-EPK para seguir adelante con el proceso de convergencia.El acuerdo obtenido define a Euskadi como una nación, e indica que "el partido asume como propias las justas reivindicaciones de la liberación nacional, la conquista de la plena soberanía y el derecho de autodeterminacion, entendiéndolas conjuntamente como la plena capacidad del pueblo vasco para decidir libremente su destino».

No obstante, rechaza «cualquier utilización que pueda hacerse de esas reivindicaciones, a fin de contraponerlas a las posibilidades reales de autogobierno que se le ofrezcan al pueblo vasco», y sostiene que el Estatuto de Autonomía «es una forma de ejercitar el derecho de autodeterminación, plenamente válida en las circunstancias y en la relación de fuerzas del momento».

El reconocimiento de Euskadi como «marco autónomo de la lucha de clases» viene matizado por la afirmación de que existen límites a la transformación política, social y económica del País Vasco «mientras el actual bloque dominante mantenga el poder en el Estado». Por tanto, intervenir en la política del Estado se convierte en una necesidad, «ya que ensanchar el campo del autogobierno exigirirá transformar las estructuras estatales junto a todos aquellos interesados en hacerlo».

Sin vinculación con el PCE

Estos elementos ideológicos no son obstáculo para definir el nuevo partido como una fuerza «nacional, que estructura su organización a nivel de Euskadi de una forma independiente y con plena capacidad para decidir su estrategia y táctica política». El documento hace referencia a «relaciones de cooperación y colaboración con todas aquellas fuerzas de izquierda que se sitúen en una línea semejante» en el plano internacional, y de modo particular en el Estado, «y preferentemente con aquellas fuerzas de las nacionalidades cuyas opciones tácticas o estratégicas sean coincidentes», lo que significa que queda excluida una vinculación estable con el Partido Comunista de España (PCE), como éste había pretendido.El cuerpo teórico que sirva de guía para elaborar un proyecto global de nueva sociedad ha de basarse en «el marxismo, la tradición histórica de la lucha del movimiento obrero y la de los pueblos oprimidos, de una forma no dogmática». No existe, por tanto, ninguna referencia al eurocomunismo, a excepción del reconocimiento del papel que ha jugado en los intentos de la izquierda tradicional para superar sus propios límites, junto al socialismo de izquierda y las corrientes marxistas en el seno de los partidos socialdemócratas.

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Esta referencia de tipo casi histórico al eurocomunismo forma parte del análisis que las comisiones de EIA y el PCE-EPK hacen sobre la convergencia entre ambas organizaciones, por una parte, como fusión de sectores sociales que representan corrientes diferenciadas del movimiento obrero y revolucionario de Euskadi, «con la voluntad de superar los enfrentamientos históricos entre socialista y comunistas, entre nacionalistas y no nacionalistas», Y por otra, en lo que el proceso representa de aportación «a la búsqueda de una vía democrática al socialismo en los países europeos de capitalismo avanzado».

La nueva fuerza resultante tendrá por objetivos la conquista de una sociedad sin clases, sin explotación y sin opresión, mediante una estrategia en la que «la democracia es medio, método todo y

fin ».

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