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El martinvillismo

Confieso con toda sinceridad que, al margen del lógico interés que experimento en relación a todo lo que atañe a UCD, en cuanto pertenezco a un partido que constituye su oposición, de manera creciente las peculiaridades del partido gubernamental y su singular estilo político me suscitan una gran curiosidad, en modo alguno malsana, ya que en el análisis de dicha formación fracasan la mayor parte de las criterios tenidos por válidos en la ciencia política y naufragan buena parte de los puntos de referencia que en Occidente sirven para caracterizar a los partidos políticos.Ya he escrito en alguna ocasión sobre la UCID, una y trina, y la singularidad que supone el que un partido unitario esté dotado de tres ideologías, precisamente de las tres que en Europa constituyen las opciones legítimas de sustitución y alternancia en el ejercicio del poder, lo que, aun sin quererlo, entraña un germen de posible totalitarismo. Hoy voy a ocuparme de otro fenómeno ucedista no menos extraordinario: el fenómeno del martinvillismo.

Las crisis se suceden en UCID, sus diversas facciones se enfrentan entre sí y sufren altibajos en cuanto a su fuerza relativa, se modifica su presencia y poder en el seno del gabinete y periódicamente unas y otras se ven arrinconadas, amenazan con la escisión o logran de manera momentánea asumir un cierto protagonismo. En el centro de este magma político en continua ebullición, imperturbables, ajenos a todo lo que no sea su inserción en el poder real y tangible, al margen de todas las crisis internas y avanzando posiciones mientras los demás se pierden en debates y estériles verborreas, como una boya fuertemente sujeta, permanecen los martinvillistas. Pero ¿qué es el martinvillismo? No es fácil encontrar respuesta adecuada a esta pregunta.

El trío

Desde el estricto ángulo personal, el martinvillismo aparece encabezado por el trío Martín Villa-Rosón-S ancho Rof, y descansa sobre una extensa y trabada base política constituida por bastantes parlamentarios y un gran número de miembros del aparato partidista: gobernadores civiles, presidentes de diputación, diputados provinciales, alcaldes y concejales. Sus orígenes suelen ser los mismos; casi todos ellos cumplieron funciones o estuvieron próximos al régimen anterior, aunque no llegaron a tener preeminencia ni excesivo poder político directo, en especial en torno al SEU, a la Organización Sindical y a la Secretaría General del Movimiento, prescinden de cualquier matización ideológica, aspiran al poder por el poder mismo y no tienen reparo en fundirse y confundirse con la Administración técnica. Colaboraron con el régimen anterior, constituyen parte importante en la plataforma gubernamental del presente y no parece aventurado suponer que seguirían formando parte del aparato de poder de cualquier régimen político que hipotéticamente reemplazase al actual. Con esa ingenuidad del que considera algo como lo más natural, la esposa de Martín Villa, en un raro momento en que éste se encontraba alejado de responsabilidades gubernamentales, confesaba que su marido, después de tantos años, ya no podía pasarse sin el despacho y el coche oficiales.

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Ajenos al brillo tecnocrático e insensibles a cualquier captación ideológica, con frecuencia pasan inadvertidos, difícilmente se ven envueltos en peleas internas y no pierden el tiempo en discusiones programáticas. Asentados en el poder real, teniendo en sus manos buena parte de los hilos de la organización partidista y de la Administración pública, no sienten necesidad de aventurarse en campos desconocidos e inseguros, y saben por experiencia que nadie en UCD les va a atacar, en cuanto todos tienen que contar con ellos a la hora del reparto de cargos e influencias. Sin lastre doctrinario alguno, pueden en todo momento respaldar al presidente de turno en una relación que beneficia a ambas partes: al presidente del Gobierno, porque le permite apoyarse en un aparato político-administrativo firme, y al martinvillismo, porque la proximidad presidencial le facilita su objetivo de asentamiento y extensión.

Un mundo subterráneo

Huyen de la publicidad, escasamente contestan a los ataques y son inmunes a cualquier acusación que se relacione con su pasado. Su mundo no es el mundo de la plataforma propagandística ni el del cenáculo, sino el de los miles de subterráneos y cuevas que atraviesan la Administración pública española a todos los niveles y en los que se van asentando de manera lenta y constante. Jamás confesarán que ostentan poder alguno, jamás se verán envueltos en escándalos partidistas y jamás harán ostentación de su influencia. Cuando circunstancialmente su posición real quede al descubierto, siempre argumentarán que no sienten pasión alguna por el poder y que lo ostentan tan sólo por vocación de servicio público.

El trío dirigente Martín Villa-Rosón-Sancho Rof sintetiza en su personalidad pública algunas de las características más salientes, del grupo, y brinda, con su actitud y comportamiento, el modelo gris, difuminado y silencioso que luego miméticamente reproduce el conjunto de la facción. Ninguno de los tres es un destacado político y ni siquiera un brillante tecnócrata, ninguno ha sido capaz de desarrollar, como los hechos demuestran, una gestión ministerial de altura y eficaz; los tres son hoscos, escurridizos, incapaces de presentar pelea de frente, y aun de mirar a los ojos del adversario; tenaces, polivalentes, aferrados al poder y propicios a cualquier transacción o compromiso con tal de mantenerlo, tarea que ven facilitada por la ausencia de cualquier tentación ideológica. Y, sin embargo, constituyen el núcleo de poder más importante en el Gobierno actual y, en buena medida, imprimen carácter a toda la gestión gubernamental y son los únicos que gozan de autonomía política ante la mutua neutralización de todos los demás.

es diputado del PSOE por Zaragoza.

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