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La cita olímpica de Baden-Baden, bajo el "síndrome Springboks"

La ciudad balnearia alemana de Baden-Baden es ya, desde ayer, el centro del deporte mundial. Hasta el próximo 3 de octubre el olimpismo en pleno se reunirá, en sus distintos estamentos, con motivo del XI Congreso, en el que se planteará el espíritu olímpico actual y futuro, y de la 84ª sesión del COI, durante la cual se elegirán las sedes de los Juegos de 1988. Aunque se preveía como principal tema a debatir el del amateurismo, la gravísima situación provocada por la gira de los Springboks surafricanos de rugby, primero por Nueva Zelanda y ahora por Estados Unidos, con la sombra de otro boicoteo olímpico, planeará sobre la ciudad de la Selva Negra.

Según cabía esperar, desde el momento en que los Springboks confirmaron su gira por Nueva Zelanda y contrataron tres partidos más como estrambote en Estados Unidos, las protestas internacionales contra el equipo de rugby representantes del país del apartheid, fueron subiendo cada vez más de tono. Los catorce encuentros disputados por los surafricanos en nuestros antípodas dejaron ya toda una serie de secuelas de incidentes y violencia. Incluso uno de los partidos debió ser suspendido definitivamente ante la invasión del terreno de juego por varios centenares de manifestantes. El propio primer ministro neozelandés, Robert Muldoon, calificó los efectos de la gira como desastrosos. Sólo en el último test match, es decir, encuentro a nivel de selecciones, contra los All Blacks locales, en el Eden Park, de Auckland -ganado por éstos, 25-22, en una especie de desempate, tras los dos primeros-, hubo 43 manifestantes y doce policías heridos, 146 detenciones, numerosos coches volcados y cuantiosos daños de todo tipo.Esta primera gira supuso ya las amenazas de todos los países africanos, que piden continuamente el aislamiento absoluto de Suráfrica, expulsada del movimiento olímpico en 1972 y de prácticamente todas las federaciones internacionales en los últimos diez años. En el recuerdo aún queda el primer gran boicoteo olímpico de 1976, cuando en los Juegos de Montreal todos los países africanos -menos Senegal y Costa de Marfil- se retiraron como protesta, precisamente, por la presencia de Nueva Zelanda, cuyo equipo nacional de rugby, los All Blacks, visitaba -visita devuelta ahora- en esos momentos Suráfriea. Cinco años más tarde la situación no ha cambiado. El deporte del balón oval continúa yendo «por libre» del olimpismo y hasta de las federaciones internacionales, por lo que ninguno de los grandes organismos deportivos puede controlar sus movimientos.

Las Naciones Unidas, en decisión que afectaba a las relaciones deportivas, aprobaron hace ya años una resolución para que los países eviten los contactos con el país racista del apartheid. Sin embargo, esto sólo se cumple en casos como los restantes países africanos, que han formado «listas negras» para impedir la entrada en el Tercer Mundo de cualquier deportista «culpable» o, en otros, si el peligro de futuros boicoteos es inminente Australia, por ejemplo, no dejó a los Springboks hacer escala en su territorio camino de Nueva Zelanda, pues ha visto ya perturbadas las próximas reunion es de la Commonwealth y teme seriamente por los Juegos de la misma comunidad previstos para 1982 en Brisbane.

Los Angeles, posible revancha de Moscú

En cualquier caso, el mayor problema se ha planteado con Estados Unidos. A poco más de un año de la decisión de boicoteo contra los Juegos de Moscú tomada por el presidente Carter, a causa de la in vasión soviética de Afganistán y cuando los próximos serán en 1984 en Los Angeles, recibir en territorio norteamericano a los Springboks parece poner en bandeja una revancha a los países socialistas. Las protestas, que comenzaron, lógicamente, por Africa han llegado ya de la URSS.El olimpismo, que durante dos semanas tiene su cita en Baden-Baden, tiene, pues, ante sí, una piedra parecida en la que puede tropezar otra vez. El problema del amateurismo y de la famosa Regla 26, que se va a debatir para aquilatar aún más el complejo tema de quién es profesional y, por tanto, no podrá participar en los Juegos, parecerá así un juego de niños comparado con la bomba de relojería del apartheid. De poco servirá que las recomendaciones -el Congreso no toma decisiones, sino plantea caminos a seguir- desenmascaren -algo que sería ya un logro- la gran mentira de los seudoprofesionales, si el porvenir olímpico se vuelve más oscuro, incluso en su supervivencia. Las discrepancias entre los bloques occidental y socialista -con países africanos cada vez más incluidos en éste- pueden convertirse en insolubles, por algo más importante que suprimir las banderas o los himnos en el protocolo para evitar los nacionalismos o las discusiones económicas internas.

En el fondo, como dejó ya entrever ayer Samaranch, el COI quiere dar la sensación lógica de que «no pasa nada». Cuanto más se mueva todo, desde luego, peor. Pero la OUA ya ha pedido el boicoteo a todos los deportistas norteamericanos.

Los Springboks, jugaron ya su primer partido el sábado, en Racine, estado de Wisconsin, a unos 150 kilómetros de Chicago, donde estaba previsto en un principio. Más que un partido de rugby pareció una cita de espías, pues los doscientos asistentes debieron conocer el escenario por distintas claves y contactos secretos a fin de que no se enteraran los manifestantes. Aún así, varios se lanzaron al campo contra los jugadores. Hoy, de la misma forma, intentarán jugar en Albany, estado de Nueva York, donde el gobernador ha prohibido ya oficialmente el encuentro ante la imposibilidad de garantizar la seguridad. El congreso olímpico se inaugura mañana en Baden-Baden y estará más pendiente de los sucesos que de la utópica filosofía coubertiniana.

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