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El equilibrio entre Piquet y Reutemann puede romperse

El circo de la Fórmula 1 presenta hoy, en el circuito italiano de Monza, su antepenúltima función de esta temporada. Antes de despedirse en tierras americanas, primero en Canadá y luego en Las Vegas, la última carrera del circuito europeo puede servir para romper el actual equilibrio entre el brasileño Nelson Piquet y el argentino Carlos Reutemann, empatados a puntos en el primer puesto de la clasificación del mundial. En Italia, sin embargo, el dominio debe corresponder a los Renault, beneficiados por sus motores turboalimentados.

En el emocionante final de esta temporada, todo parece rodar a favor del joven brasileño Nelson Piquet. Su Brabham parece, en estos momentos, algo más competitivo que el Williams de Reutemann, aunque el equilibrio entre estos dos coches, pese a sus claras diferencias, puede permitir que la balanza se incline al final por el lado del píloto. Desde el punto de vista mecánico, sólo la robustez puede traicionar a alguno de ellos y, así, romper definitivamente el equilio. Pero en el apartado de los pilotos sí que hay diferencias. Carlos Reutemann con 39 años, es un piloto muy cerebral y con una enorme experiencia en la competición. La carrera de hoy será la número 142 de su vida en la Fórmula 1. Es un piloto de incuestionable valía, con gran capacidad para poner a punto un coche y que sabe, además, ir muy rápido cuando hace falta. Pero sólo lo hace cuando es estrictamente necesario, y no arriesga lo más mínimo cuando no hace falta o cuando piensa que lo tiene todo perdido y su riesgo sería gratuito.

Lole, a lo largo de tantos años, ha pasado por los mejores equipos, pero ha llegado siempre algo tarde Siempre ha estado cerca del título pero sin llegar a conseguirlo jamás. Esta temporada, todo parecía rodar a su favor. El argentino estaba más tranquilo, como si hubiera superado esos complejos que tanto le han caracterizado y afectado negativamente a lo largo de toda su vida. Desde que traicionó las órdenes de su director de equipo, incumpliendo de paso su contrato, al no dejar pasar a su jefe de equlipo Alan Jones, en Brasil, Reutemann parecía lanzado en pos del título. Lo malo para él es que, tras una táctica muy conservadora durante unas cuántas cárreras, se ha encontrado a Nelson Piquet igualado a puntos con él y con cierta ventaja por contar el brasileño con una victoria más. Eso le obligará a Reutemann a forzar la situación cuando ya casi no tiene tiempo para ello.

Por su parte, Nelson Sotomayor, que es el auténtico nombre de Nelson Piquet, es un piloto totalmente diferente. Con veintinueve años recién cumplidos, Piquet, que adoptó el apellido de su madre en las carreras para no ser identificado en sus comienzos -cuando en su casa no veían con buenos ojos que se dedicase a esto-, es un luchador. Su carrera deportiva está aún en el ciclo ascendente, y el brasileño lo da todo de sí mísmo en cada una de las pruebas en las que toma parte. Falto aún de experiencia y madurez, comete errores, algunos de ellos casi infantiles. Pero sólo arriesgando la vida en cada instante, aun con el peligro de cometer errores que pueden ser fatales, se puede llegar en el circo a ser una de las grandes estrellas.

Reutemann y Piquet son, por tanto, dos pilotos casi antagónicos.

Uno en el declive, próximo a la retirada, aunque con la ventaja de la experiencia y de una calidad in cuestionable. El otro, joven, temperamental, luchador e inexperto, pero con unas condiciones inmejorables para llegar al lugar de los elegidos. En una situación de equilibrio cómo la de este final de temporada, es bonito contemplar quién se impone a quién, si la experiencia vale más que el empuje o la ilusión y la ambición pueden más que los fríos razonamientos.

En Monza, sin embargo, el dominio debe correr a cargo de los Renault. La lucha entre Reutemann y Piquet debe quedar en un segundo plano ante lo que se presume como un dominio de los coches amarillos y negros franceses. Michel Bougler ha apostado muy fuerte por su equipo, y dice que ganará, y, además, con el joven Prost al volante.

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