Un vulgar Atlético cayó ante el renacido Athlétic
ENVIADO ESPECIALEl Athlétic de Bilbao se clasificó finalista del Trofeo Colombino, tras ganar merecidamente al Atlético de Madrid. El equipo vasco jugó con mayor sentido, posición y tranquilidad, e inclinó a un público imparcial hacia él. En el conjunto madrileño, la vulgaridad presidió todas sus acciones.
Al Atlético de Madrid le falló en exceso durante la primera mitad su juego horizontal y la nula peligrosidad de sus puntas. Teóricamente la tripleta Marcos-Hugo Sánchez-Rubio está capacitada para hacer mejores cosas de las exhibidas en el Municipal onubense. Marcos se perdió en algunas acciones individuales; Rubio fue el más entonado con dos peligrosos remates -uno de ellos se estrelló en el travesaño-, y en cuanto al reciente fichaje mexicano, evidenció que necesita aún muchos partidos para acreditar la calidad que se le apunta.
El dominio territorial, ciertamente, correspondió en esta fase al cuadro madrileño, pero su fútbol fue demasiado soso, horizontal, lento, sin la chispa precisa para sobrepasar a la contundente defensa vasca. Carriega, que debutaba en el banquillo rojiblanco, debió pensar en estos 45 minutos que tiene mucho trabajo y más camino por recorrer para dotar a este Atlético de Madrid de la vistosidad que proporcionó, por ejemplo, al Betis sevillano.
Las jugadas más vistosas, al margen del citado tiro de Rubio que llevó el peligro al buen meta vasco Zubizarreta, llevaron el sello bilbaíno. Aún es pronto para juzgar también al joven técnico del Athlétic de Bilbao, al audaz Clemente, pero lo cierto es que sus jugadores se están apl i cando con interés a esas lecciones de fútbol inglés, de juego recio, rápido y de todos para todos que pretende imponer para resucitar al alicaído equipo bilbaíno de las últimas temporadas.
Respaldados por la sobriedad de Zubizarreta, y con la fortaleza evidenciada por los cuatro zagueros, el Athlétie de Bilbao se desplegó en acciones de contragolpe que por su velocidad desconcertaron al equipo madrileño. Llevado en volandas por el veterano -sólo por el carné de identidad- Rojo, que estuvo inmenso en su labor de hilvanar el fútbol bilbaíno, y con un Sola con el que en ningún momento pudo el voluntarioso Marcelino, arriba Dani y Argote ponían continuamente en apuros a sus marcadores, Julio Alberto y Balbino, respectivamente. El gol de Dani cayó así por la inercia de la lógica, porque el Athlétic de Bilbao se mostraba mucho más incisivo pese a dar la impresión de estar agazapado atrás. Sólo la rémora del ineficaz Merino, que comenzó como ariete, pero que dada su nulidad se constituyó casi en el elemento más defensivo del medio campo bilbaíno, era el punto negro de un Athlétic de Bilbao que dejaba ver en sus acciones una magnífica preparación y un saberse perfectamente la lección Clemente.
El cambio de Hugo Sánchez se hacía necesario, y así lo entendió Carriega en el descanso. Mantener un jugador a la espera de que le Hegara un balón, y que luego además lo jugara bien, era poco aconsejable en unas circunstancias en que se jugaba contra reloj. Salió Cabrera, y con su mayor movilidad el equipo mejoró algo. Pero Clemente, el joven entrenador del Athlétic de Bilbao, ganó la partida por anticiparse tácticamente. La mejor manera de contrarrestar la esperada salida al ataque del rival era combatirlo con las mismas armas. El Athlétic de Bilbao primero paró y después templó en los contraataques, poniendo pronto el partido claramente a su favor, pues además del segundo gol logró que el Atlético de Madrid quedara en inferioridad numérica, por la expulsión de Arteche, al reiterar sus protestas ante el árbitro, por entender que Sola había obstaculizado a la defensa para propiciar el remate de Argote. Sea como fuere este jugador estuvo sólo en sus dos remates a gol. Por tanto, el Atlético de Ma drid se hizo acreedor a la derroti por sus despistes defensivos y porque ofensivamente fue nulo.
Con los dos goles de diferencl en el marcador, el Athlétic de Bilbao jugó aún más tranquilo, si cabe, mientras que el Atlético de Madrid no mejoró sus acciones. Salió Juanjo y el público, que no expresaba ninguna simpatía por el juego de los madrileños, abucheó en cuantas acciones intervino este jugador, que actuó la temporada pasada en el Recreativo. Esto no serenó precisamente el ataque del Atlético de Madrid, y todo giró en torno a elevar balones sin precisión sobre el área, pero de los que una vez se aprovechó Cabrera para disparar al poste y en otra para marcar Ruiz.
En el otro encuentro, el Barcelo na derrotó al Huelva por dos gole a uno, con dos tantos de Quini, el que deshacía el empate a dos mi nutos del final. El Barcelona estuvo flojo y no mereció el triunfo.
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