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Los seis metros con pértiga, cada vez más cerca

La barrera de los seis metros de altura, utilizando una pértiga, está cada vez más cerca de ser superada. Aunque podría no ser homologado como récord mundial, pues fue conseguido en una reunión local, quizá sin autorización de la Federación Internacional, el hecho anunciado ayer por la agencia Tass fue que Constantin. Volkov, subcampeón olímpico en Moscú, se quedó en Irkoutsk (Siberia), su pueblo natal, a tan sólo dieciséis centímetros, al saltar 5,84 metros.El reciente ganador en la Universiada demostró así que la «escuela soviética» supera ya con cla.ridad a la francesa de los Vigneron y Houvion, pues mejoró nada menos que en tres centímetros los 5,81 metros de su compatriota VIadimir Poliakov logrados el pasado 26 de junio en Tiflis (Georgia). Volkov, con veintiún años también y «algo más pequeño» -1,86 metros y 76 kilos, contra 1,90 y 78 de Poliakov-, na empezado a «hacerse justicia», pues fue el priffier destacado de la «nueva ola».

El récord mundial de pértiga, como síntoma inequívoco de que la evolución en esta prueba aún no ha llegado a límites «demasiado» difíciles para los atletas -algo que sí sucede en otras disciplinas- se ha superado ya tres veces esta temporada y «ha subido» catorce centímetros en poco más de un año. En efecto, en los Juegos Olímpicos de Moscú, el 30 dejulio de 1980, el polaco Kozakiewicz saltaba todavía. 5,78 metros, un centímetro más que el francés Houvion trece días antes. Recuperaba así la plusmarca que había impuesto con 5,72 el 11 de mayo, al arrebatar la pri macía mundial a los norteamerica nos -Dave Roberts la mantenía con 5,70 desde 1976- y perdido ante el también galo Vigneron el 1 de junio. Este, especialista en qui tarle récords, saltó 5,80 el 20 de junio de este año en Macon, de forma casi inesperada, pues estaba can sado de sus exámenes de profesor de educación fisica. En cualquier caso, la discusión que se vuelve a plantear con la superación en la pértiga es qué hubiera saltado, utilizando las actuales de fibra sintética -de tetracloruro de boro, para ser más exactos-, una «gloria» de la especialidad como el norteamericano de origen holandés Cornelius Warmerdam. El conocido como «holandés volador» llegó con una de bambú, pesada y casi nada flexible, en 1942, hasta los 4,78 metros.

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