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Las sonrisas mexicanas del Presidente "X-Paladín"

El presidente Calvo Sotelo, vestido con la guayabera de Yucatán y su pantalón blanco, parece el jefe del servicio de cirugía de la clínica Puerta de Hierro. Así iba vestido el jefe del Gobierno por tierras mexicanas en su tercer viaje oficial desde que llegó al palacio de la Moncloa. El presidente conecta bien con políticos, empresarios y gentes de la cultura; así al menos lo cuenta el embajador Manuel Prado, el hombre para Latinoamérica, quien afirmaba en México que Calvo Sotelo causó buena impresión en estos tres estamentos, ofreciendo credibilidad y marcando diferencias con la etapa anterior.Calvo Sotelo hace alarde de sus conocimientos culturales. En una cena con López Portillo citó cinco veces a López Portillo. En el brindis de despedida se arrancó con fray Luis de Granada, y cerró plaza con León Felipe. En este brindis, Calvo Sotelo hizo un chiste y cundió el pánico y la admiración en la delegación española: "Ha estado muy bien; es otro estilo; nunca imaginé que fuera tan hábil improvisando". El chiste era, simplemente, decir que en México no hay generaciones, sino sexenios, refiriéndose a los seis años de mandato presidencial.

Es decir, que nadie creía que el presidente era capaz de la sonrisa. En las ruinas de Chichen Itza, Calvo Sotelo, ya embalado, subió los 91 escalones de la pirámide de las ruinas mayas y dijo a los periodistas que le esperaban arriba: "Subo para que vean que hay Gobierno para rato". Le acompañaba resoplando el ministro Pérez-Llorca, mientras que García Díez, de Economía, ahorró sus energías al pie del castillo maya. Otro chiste, más sonrisas. El presidente ha estado relajado en muchos momentos, pero no siempre. Viaja en vuelo regular, campechano, pero sus ayudantes de la Moncloa, hoy llamados monaguíllos, hacen lo imposible para que los periodistas no vayan en el mismo avión.

Los periodistas mexicanos, como los españoles, consideran que Calvo Sotelo aguanta difícilmente el contacto oficial con la Prensa. En la conferencia de Prensa en México, el presidente estuvo agrio, dando cortes al personal informativo innecesariamente, como ya lo hizo en París. Tampoco es hombre de multitudes. En la catedral de México, algunos curiosos se preguntaban quién era el ilustre visitante rodeado de tanto servicio de seguridad. Al informársele de que era el presidente del Gobierno español, la mayoría de los asistentes decía: "Es Suárez, es Suárez, el que se peleó con el guardia civil en el Parlamento".

En fin, Calvo Sotelo se esfuerza en el contacto con la gente, aunque no le sale espontáneo, se pone el sombrero típico del lugar, un jipipapa, y pasa del servicio de cirugía a convertirse en un predicador de haciendas. Luego, en las ruinas de Uxmal, se asombra del espectáculo, se interesa por la historia y las costumbres, y se zambulle de cabeza con meyba largo en la piscina del hotel.

El jefe del Gobierno español ha sido llamado en nombre clave de la seguridad mexicana como X-Paladín. Esto lo supimos porque Pío Cabanillas, don Pío, llamaba con frecuencia urgentemente a X-Paladín para darle mensajes e informaciones de España. Pío es como el rayo que no cesa.

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