"Tormento", una película de la etapa de autocensura
Dentro de la nueva modalidad en la programación televisiva, que ofrece películas españolas con la misma seriedad con que proyecta cine extranjero, esta noche tendremos ocasión de ver una película relativamente reciente (data de 1974), que obtuvo un importante éxito de taquilla y que, de alguna manera, marca los últimos años del cine franquista. Tormento, dirigida por Pedro Olea, marca, efectivamente, un nuevo talante de la censura que, en aquellos años, no tenía ya la misma capacidad de antes, para impedir que los españoles vieran en sus pantallas lo que en otros países había sido normal desde siempre.Tormento estuvo, sin embargo, mediatizada por las lógicas autocensuras de todos los tiempos y, en algún caso, rechazada por críticos intransigentes que se lamentaban de poder ya alternar su trabajo periodístico con el de las tijeras censoras.
La novela de Pérez Galdós en que se inspira Tormento ofrece la imagen poco común de un sacerdote enamorado que está dispuesto a renunciar a su carrera, a sus amigos y superiores, para poder vivir feliz con la mujer que ama. Este personaje (que más tarde aparecería en otras películas españolas: Un hombre como los demás, de Masó. El sacerdote, de De Laiglesia) había sido visto con frecuencia por la novelística española de principios de siglo. Aunque la situación fuera a la inversa (mujer enamorada del sacerdote), no se toleró esta posibilidad en la España cinematográfica de los años cuarenta, que prohibió la película de Rafael Gil La fe, adaptada de la novela homónima de Palacio Valdés.
Aciertos de personajes y ambientación
Los aciertos de Tormento no se limitan a la creación de este personaje. La interpretación de Concha Velasco, Ana Belén, María Luisa Sanjosé y Paco Rabal, en primer lugar; el exquisito cuidado con que Pedro Olea ha ambientado sus películas de amplio presupuesto, y su inteligente amor por el melodrama fueron valores claros de la película, que el público aplaudió en 1974 y que esta noche tendrá ocasión de revisar, a las diez de la noche, por la primera cadena.Horas antes, a las cuatro de la tarde, también por la primera cadena, se emitirá El cisne negro, norteamericana, de 1942, clásico ejemplo de un buen cine de aventuras en el que la acción, la espectacularidad de ciertos decorados y los colorines sirven con habilidad el entretenimiento y la fascinación. En esta ocasión, la presencia de Tyrone Power despertará la nostalgia de muchos, mientras informará a los más jóvenes de las características de una de las máximas estrellas de aquella década, desaparecida ya del cine y de la vida. Tyrone Power, que no fue un actor extraordinario, tenía, en cambio, la garra de una masculinidad exenta de cierto infantilismo que hizo furor entre el público, mayoritariamente femenino. Las películas que interpretó no han superado con facilidad el paso del tiempo, y de ahí que hoy Tyrone Power sea para muchos un auténtico desconocido.
Lucimiento de Mathau en tres episodios
Mañana, domingo, para compensar el interés de la programación de hoy, se emitirá una comedieta, también americana, de 1970, dirigida por el soso Arthur Miller e inspirada en una obra teatral del no menos soso Neil Simon. Eso del matrimonio (absurda traducción de Plaza Suite) se compone de tres episodios distintos, que en la película sirven al lucimiento personal del actor Walter Mathau, dispuesto a complacer a un público burguesito que exige poco y está dispuesto a reírse fácilmente con pequeños líos de infidelidades, equívocos y pasados oscuros. Segunda cadena, a las diez de la noche.
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