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La Escuela de Verano, periódico lugar de encuentro del profesorado más progresista

Ramón Gonzalo arrastra por los pasillos de la facultad de Filosofía un insólito tren compuesto por varias botellas de plástico, atadas en paralelo, con una larga cuerda de la que tira con la severa actitud de un niño. Un niño grande a quien el día menos pensado las multinacionales del juguete automático acabarán crucificando sin contemplaciones.Ramón imparte en esta Escuela de Verano un cursillo sobre la fabricación de juguetes para la enseñanza de la física. En su clase están terminantemente prohibidos los sofisticados materiales. del bricolage a la moda. Hay miles de procedimientos para conseguir, por ejemplo, desde una simple polea hasta un complicado motor de tres tiempos, sin necesidad de gastar un solo duro.

La ley General de Educación, de 1970, introdujo en el currículo de los escolares de la segunda etapa de EGB una asignatura, la pretecnología, que aún permanece inédita en la gran mayoría de las escuelas o, en el mejor de los casos, remitida al gran cajón de sastre de los trabajos manuales.

En opinión de este profesor, que lleva varios años impartiendo en la Universidad a Distancia cursillos de actualización sobre esta materia, él Ministerio está derrochando la mayor parte del dinero que invierte en la dotación de material específico para la pretecnología. En la mayoría de los casos, este material permanece embalado durante años en cualquier dependencia recóndita del colegio, porque casi nadie sabe qué hacer con él. La labor de los ICE resulta a todas luces insuficiente para actualizar a todo el profesorado. A un ritmo de trescientos maestros al año, es evidente que muy poco se puede progresar en este terreno. Entre tanto, las escuelas de magisterio, con alguna singular excepción, todavía no han incorporado la didáctica de esta materia a sus planes de estudio.

Recuperar el juego

Ramón está empeñado en convencer a los maestros de que lo primero que tienen que hacer es recuperar su sentido lúdico y abandonar la inútil obsesión por el orden y el silencio estériles en el aula. Sólo así podrán conectar fácilmente con la insaciable capacidad infantil para el juego. A partir de ahí, es fácil permitir, sugerir y encauzar la creatividad del niño, capaz de idear, construir y hacer que funcionen sus propias máquinas. Esto exige un gran esfuerzo de razonamiento lógico, pero sin necesidad de recurrir a ese permanente proceso de abstracción, que caracteriza la enseñanza de la mayoría de las asignaturas.Así, el objetivo fundamental de la pretecnología es el desarrollo de la capacidad de razonamiento lógico, a partir de la utilización de elementos muy. primitivos: cartón, cuerdas, material de desecho de construcción, botes, chapas metálicas, pilas, restos de juguetes...

Es lo mismo que pretenden las demás asignaturas, con la diferencia de que aquéllas emplean métodos abstractos. Por otra parte, el primitivismo de los materiales que se emplean en esta clase de pretecnología. confiere a la misma unas cualidades pedagógicas interesantísimas. Llevada hasta sus últimas consecuencias, los valores educativos de la pretecnología son incalculables, puesto que se convierte en un instrumento indispensable para la didáctica de todas las ciencias. Cuando un niño es capaz de idear el procedimiento para alterar la velocidad de un mínimo motor, está invirtiendo, sin él saberlo, el absurdo proceso tradicional de la didáctica convencional de la física, que le obliga a memorizar fórmulas absurdas, que le alejan inexorablemente de la realidad científica y ahogan de manera inevitable su vocación investigadora.

«Sucede», concluye Ramón Gonzalo., «que el recurso a la imaginación y al juego es bastante más incómodo; al parecer, que el tradicional hoy toca la lección séptima, abrir el libro por la página 30.

Taller de poesía infantil

Si en el aula de pretecnología los cursillistas recuperan su sentido lúdico, en el taller de literatura infantil, que dirige Federico Martín, los maestros adquieren los secretos de una didáctica inédita para la enseñanza del área de expresión lingüística, basada en otra modalidad de recuperación: la de su memoria poética.Este maestro, que tiene nombre de poeta inmortal, una luenga barba de pope y una capacidad de entusiasmo contagioso y a prueba de toda suerte de escepticismos de severos inspectores oficiales, lleva varios años demostrando en el colegio de la cooperativa Trabenco que los niños tienen una infinita capacidad para la poesía y el arte.

La dramática realidad de que somos un pueblo que no lee es consecuencia directa de la trasnochada didáctica de la lengua que sigue imperando en la mayoría de nuestras escuelas. «Yo parto de la memoria poética del niño», dice Federico, «de la recuperación de aquellos poemas infantiles que nos ayudaban a jugar a crecer, a saltar, a escondernos, a libramos, a ver si veíamos o no veíamos... Era la única poesía que teníamos cuando niños, la poesía de tradición oral, y la única que ahora puede ayudar nos a poner al niño en contacto con el fenómeno de la lengua y de la literatura.

La familia en las aulas

Es fácil, por otra parte, comprometer a los padres, tíos, abuelos de los escolares en esta labor de recuperar su propia memoria poética. Las familias de los niños, tímidamente primero, decididamente después, traen a las aulas los viejos romances, fórmulas, retahílas, cantares de la siega y de la trilla lejanas o las canciones de cuna rescatadas de su memoria. Toda esa poesía de entrañable tradición popular constituye el material inicial de trabajo en la clase. Y jugando y jugando, el niño empieza a ensayar sus propias fórmulas rítmicas, sus propios romances y canciones. Más tarde, con todo ello construirán un libro, su propio libro, de tal forma que el primero que lean en su vida será el suyo.Pero no se trata de una lectura convencional, diafragmática, de pulmones arriba; todo el cuerpo interviene. La poesía se somatiza. Y ya tenemos al niño metido de lleno en el juego gramático, saltando de la poesía al teatro. Y a todas las artes plásticas, porque la poesía se ilustra, se explica y se reinventa en el dibujo, en el collage, en la pintura y en el juego.

Después vendrán Juan Ramón, Machado, Alberti, Lorca, y el niño aprenderá a establecer las oportunas correlaciones entre sus propios poemas y los de los autores consagrados.

Entre el 80% y el 90% de las dificultades de aprendizaje que se detectan en la escuela responden a una sintomatología motriz y de origen emocional. Si no hay una suficiente flexibilización en el desarrollo de los bloques funcionales de la visión, de la audición y del equilibrio, es inevitable que aparezcan dificultades, aparentemente insalvables, en todos los procesos del aprendizaje.

Todo esto lo explica Félix Fernández Vidal, profesor en el colegio Martín Codax, de Vigo, encargado de un curso de educación de la psicomotricidad en esta escuela de verano.

Con el fondo de una suave música de resonancias orientales, Félix va dirigiendo los ejercicios de medio centenar de maestros, que oscilan sobre sí mismos, se desplazan rítmicamente, y toman contacto con el cuerpo del compañero más próximo a partir del mínimo punto de apoyo que supone, a lo mejor, la pulsión del dedo índice sobre la nariz del otro. Una palmada, y la música sigue, el rítmico giro de los cuerpos continúa, pero ahora el lugar de contacto es una oreja o un codo o la parte superior de la cabeza.

En manos de educadores deshonestos o de quienes negocian con la enseñanza y practican la elegancia social de la pedagogía del camelo, el tema de la psicomotricidad se convierte en un producto más de consumo para muchos padres histéricos, como sucedió en su día con la explosión de las dislexias, dislalias y disgrafías, diagnosticadas súbitamente en la mayoría de los escolares españoles.

Pero la psicomotricidad es algo mucho más serio, por cuanto del perfecto equilibrio y armonía del aparato psicomotor del niño dependen el éxito y la felicidad de éste dentro y fuera de la escuela.

226 cursos diferentes

Es la una de la tarde cuando cesa la frenéfica actividad que se desarrolla en los 226 cursillos de la escuela y los pasillos, corredores y jardines que enlazan los diferentes edificios de la Autónoma se pueblan con los rostros pintarrajeados de los alumnos del taller de mímica, las narices de cartón de quienes salen ahora mismo de una insólita escuela de payasos, o el ir y venir de la mayoría de los maestros entre las mesas de las editoriales especializadas, que allí ofrecen las últimas novedades pedagógicas. Por encima de todo este ruidoso ajetreo se escucha la voz estridente de un singular pregonero que anuncia por su megáfono los actos especiales del día previstos para esa misma hora: un homenaje a Piaget, la presentación pública de la Liga Madrileña de la Enseñanza Laica, un debate sobre los presupuestos sociopolíticos y económicos de la escuela pública, o una exposición sobre la actividad educativa de los municipios italianos.Unos optan por asistir a alguno de estos actos mientras engullen precipitadamente el bocadillo de su frugal almuerzo, y otros se distribuyen por el tentador césped de la explanada central del campus.

Inmediatamente volverán a la actividad de los 47 cursos sobre la educación preescolar, los 32 dedicados a materias de la primera etapa, 35 de la segunda, catorce de bachillerato, diez de educación especial, los 85 cursos monográficos o cualquiera de los tres seminarios dedicados al tema general de esta sexta edición, que se presenta con el enunciado de Bases pedagógicas para la escuela pública.

Cuando, dentro de unas horas, la Universidad de Cantoblanco recupere su aspecto y tranquilidad habituales, los infatigables componentes del equipo de Acción Educativa, entidad que organiza todos los años esta fantástica fiesta de la enseñanza, iniciarán sin la menor pausa los preparativos del próximo encuentro.

El rector de la Universidad Autónoma, profesor Martínez Montávez, dice que todo este jaleo supone, desde luego, una tremenda incomodidad, pero que es una incomodidad que la Autónoma recibe con complacencia, «porque estamos convencidos de que en estas iniciativas se encuentra el principio de la renovación que nuestro sistema educativo está pidiendo a voces».

El optimismo del profesor Montávez no es compartido seguramente por otras instancias oficiales, para las que los problemas del nivel de preescolar, por ejemplo, no son competencia específica del Ministerio de Educación. La didáctica de la pretecnología, de la expresión corporal, de la psicomotricidad, de la música, el teatro y el juego, todavía no han entrado, salvo las inevitables excepciones, en los planes de estudios de las escuelas de Magisterio.

Las escuelas de verano, que proliferan ya por todas las regiones de España, se convierten así con una especie de feria marginal, a la que los maestros más progresistas e inquietos acuden para llenar las lagunas de su formación académica.

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