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Un artefacto explosivo destruye una taberna del rastro, frecuentada por ultraderechistas

Un artefacto, compuesto por dos kilogramos de un material aún no determinado, explosionó en la madrugada de ayer en el número 2 de la calle de Ruda, en pleno Rastro, y destruyó casi completamente la taberna Malacatín, afectando considerablemente al restaurante La Esquinita. El primero de ellos estaba considerado como lugar de reunión de ultraderechistas, y a su propietario, Isidro Diez, se le relacionaba con personas de esta ideología. La Policía no ha localizado aún a los autores del hecho y, hasta el momento, ningún grupo ha reivindicado tal acción.

Los dos bares afectados por la explosión habían sido aludidos en un reportaje publicado por la revista Interviú bajo el nombre de «Terrorismo en la trastienda», y a ambos propietarios se les acusaba de mantener relaciones con los guerrilleros de Cristo Rey. También, ambos establecimientos habían recibido amenazas telefónicas hace tiempo, unas veces de personas anónimas y otras por parte de grupos que se identificaban como de extrema izquierda, por considerarles lugares de reunión de ultraderechistas.El propietario de la taberna Malacatín, Isidro Díez, negó a este periódico que tales afirmaciones fueran ciertas, y no quiso realizar más declaraciones.

También se opuso a que un redactor gráfico de EL PAIS tomara fotografías en el interior del local.

Las investigaciones realizadas por los artificieros de la Policía Nacional señalaban ayer que la carga había sido colocada en el respiradero del local, cuya tapa había sido previamente desprendida desde el exterior, y que se trataba de un único artefacto, aunque los vecinos de la finca aseguraron a este periódico que se oyeron tres fuertes explosiones, prácticamente consecutivas.

Los autores del hecho parece hicieron explosionar el artefacto a muy pocos metros del local, exactamente desde la esquina de esa calle con la de Santa Ana, y salieron corriendo rápidamente. Informaciones recogidas por este periódico, de testigos que salieron a la calle nada más oír las explosiones, señalan que ninguna persona detectó la presencia de los autores del hecho ni se sabe cómo huyeron del lugar.

La carga explosionó a las 3.15 horas de la madrugada, justamente cinco minutos después de que Isidro Díez saliera de su local y subiera a su domicilio, que está precisamente encima de su establecimiento. Rápidamente, los vecinos, tras oír la explosión, se congregaron en la calle hasta altas horas de la madrugada. La onda expansiva destrozó los sótanos de la taberna Malacatín, su mobiliario y gran parte de sus estructuras. También rompió los cristales y parte del mobiliario del bar La Esquinita, situado en el número 1 de la misma calle.

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Desde poco después de la explosión, Isidro Díez, su familia y algunos amigos, estuvieron retirando los escombros hasta bien entrada la noche de ayer, prácticamente sin descansar, puesto que el local había sufrido importantes daños.

Ninguno de los familiares manifestó a este periódico tener la más leve sospecha de quiénes pueden ser los autores del suceso, aunque ya, en alguna ocasión, tuvieron que desalojar el bar por amenazas de bombas de presuntos grupos de extrema izquierda.

Malacatín es una taberna que lleva funcionando desde hace 122 años y tenía fama por ser una especie de museo taurino.

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