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La modificación artificial del tiempo todavía lejos

Ha pasado muy poco tiempo, científicamente hablando, desde que en 1930 el holandés Veraart utilizase nieve carbónica y agua subfundida para sembrar nubes, marcando el inicio de lo que podría denominarse investigación en la modificación artificial del tiempo. Y menos tiempo todavía, desde el concluyente descubrimiento de Vincent Schaeffer, en 1946, respecto a la facilidad que posee la nieve carbónica para producir millones de cristales de hielo (mecanismo por el que se inician, al parecer, las precipitaciones) cuando es inseminado dentro de una niebla de agua subfundida (líquida por debajo de cero grados).

Desde el punto de vista sociopolítico, las acciones de modificación artificial del tiempo se necesitan ahora, en virtud de las apremiantes necesidades de agua que presentan muchos países, por un lado, y por el deseo de amortiguar al máximo los efectos negativos de ciertos fenómenos meteorológicos, como el granizo o los ciclones tropicales.El problema es que los conocimientos que actualmente posee la ciencia en estos terrenos no son precisamente exhaustivos. Además existen serias dudas tanto sobre la rentabilidad de algunas de las acciones que se llevan a cabo en este sentido en diferentes países, como sobre la posibilidad de que lo que puede ser interesante para una comarca o nación (aumentar las precipitaciones, por ejemplo) sea negativo para la comarca o nación adyacente (favorecer indirectamente la sequía, en el caso anterior). Todo ello obliga en la actualidad a replantear la actuación de las diferentes comunidades en el terreno de la modificación artificial del tiempo.

Lucha antigranizo

Quedó muy claro en la Tercera Conferencia Científica de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre Modificación Artificial del Tiempo, celebrada en Clermont Ferrand a mediados del pasado año, que, según la serie de informes presentados sobre actividades de lucha antigranizo por naciones como Bulgaria, Canadá, EE UU, Francia, Suiza y la URSS, el único experimento que posee una base realmente estadística es el Grossversuch IV internacional de Suiza. Sin embargo, todavía no ha dado resultados significativos, fundamentalmente debido a que la serie de años muestreados es insuficiente.La técnica seguida en este tipo de experimentos es muy similar a la de la llamada lluvia artificial: consiste en inseminar con ciertos productos sistemas nubosos que ofrezcan posibilidad de granizo, de forma que al aumentar el número de núcleos de congelación disminuya. el grosor de aquéllos y, por consiguiente, los daños causados a las cosechas. Los proyectos que en este sentido se realizan en infinidad de países son de carácter operativo, limitado y de poco valor experimental. Ello no quita para que, en naciones como Bulgaria, trabajen 1.400 personas a jornada completa en la eliminación del granizo. En España existen diversas actividades privadas en este sentido, subvencionadas por asociaciones agrícolas.

J. Dessens, de Francia, informó en la citada conferencia sobre los trabajos de eliminación del granizo en su país, en donde cada año se libera a la atmósfera alrededor de una tonelada de yoduro de plata mediante quemadores situados en tierra, y en el que tampoco se han obtenido datos estadísticos convincentes.

Como resumen de las conclusiones de la conferencia, se indicó por un lado la necesidad de contar con modelos físico-matemáticos más elaborados, series estadísticas más completas, equipos de observación más sofisticados (aviones, satélites, radares Doppler) y, lo que es más importante, un mayor conocimiento de la física de nubes.

Más lluvia

Una de las partes más interesantes de la conferencia giró en torno al informe de J. Neumann y A. Cagin sobre el segundo experimento israelí de siembra de nubes para aumentar las precipitaciones. Según la opinión de muchos de los expertos asistentes, fue considerado como el más consistente, tanto desde un punto de vista físico como estadísticamente. Según los datos aportados, la siembra de los sistemas nubosos con yoduro de plata produjo un aumento de la precipitación del 18% sobre lo considerado como natural en la cuenca de captación de la zona objetivo, situándose el margen de error en un 2,4%. Los resultados arrojaban un incremento de precipitaciones de hasta el 46% para los casos en que las cimas de las nubes inseminadas registraban temperaturas comprendidas entre 15º y 21º C bajo cero. Para este caso, el nivel de error se situó en tomo al 0,5 %.Uno de los informes más fuertes presentados fue el concerniente a la modificación artificial del tiempo en China, donde se viene practicando operativamente desde 1958 en regiones de frecuentes sequías. Los elementos de inseminación empleados (hielo seco, pólvora de sal y yoduro de plata) son transportados a la base de las nubes con la ayuda de cohetes. Un experimento realizado en la provincia de Fujian arrojó, según el ponente, un 20,3% de aumento total de las precipitaciones, con un margen de error del 0,005 %, y un 70,6% de aumento en situaciones frontales, con un margen de error del 0,05 % o inferior.

Por lo que respecta al experimento que se desarrolla en España, la última semana del presente mes tuvo lugar en Ginebra la junta del Programa de Intensificación de la Precipitación (PIP), en el qué colaboran varios países. Después de largos debates, se llegó a la conclusión de que los objetivos que se marcaron en un principio como prescriptivos en la realización del programa son de dudosa realización, por las características climatológicas de la zona en cuestión (cuenca del Duero), acordándose realizar una exhaustiva evaluación y proceso de los datos obtenidos en los tres años de realización del programa, a fin de que, de una forma objetiva, se puedan modificar los objetivos iniciales del mismo. Al parecer, existen demasiados cristales de hielo en los sistemas nubosos de la región como para poder permitir una inseminación eficaz de las nubes.

Por otra parte, se acordó incrementar los estudios con la ayuda de datos aportados por análisis de radares meteorológicos, lo que ayudaría a una mejor clasificación y comprensión de los frentes nubosos.

Como comentó el doctor Roland List, de la OMM, en un informe sobre el tema, «en el transcurso de los últimos años, el optimismo inicial sobre la modificación artificial del tiempo ha dado paso al reconocimiento de que aún nos hallamos lejos de comprender los procesos de las nubes...; sin embargo, y teniendo en cuenta el impulso que la modificación artificial del tiempo ha dado a la física de nubes, podemos decir que, desde el punto de vista científico, el progreso ha sido satisfactorio».

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