El pasado jueves

pudo haber sido un día redondo para el general inspector jefe de la Policía Nacional, el asturiano Sáenz de Santa María, si no hubiera sido porque el Barcelona le aguó al final la fiesta familiar -los asturianos forman una gran familia unida-.de que había disfrutado durante toda la jornada. Al término, cuando no se pudo brindar con sidra por la victoria del Gijón, Sáenz de Santa María compartió con el resto de sus paisanos el entusiasmo por el buen juego de su equipo.El día había sido una excelente fiesta familiar porque había sido dedicado por los asturianos de Madrid a celebrar el centenario de la constitución de su centro regional. Centenares de asturianos ilustres y de a pie, entre los que estaban otros militares, como el general auditor del Ejército del Aire, Gabriel Martínez García; el general interventor del Ejército Manuel González Aguirre, y el poeta José García Nieto, asistieron a un acto especialmente entrañable para el general jefe de la Policía Nacional: su hija, Lucía Sáenz de Santa Benedet, fue coronada xana (reina) de las fiestas de aquel centro.

La celebración tuvo lugar en una quinta que muy apropiadamente se ha llamado Asturias, y que el Centro Asturiano que preside Cosme Sordo Obeso ha adquirido para recreo de los miles de paisanos que viven en Madrid la nostalgia de los verdes prados de su tierriña. El arraigo que esta institución tiene en Madrid no se vio sólo en esa fiesta, celebrada a mediodía, sino en otra fiesta vespertina: cuando el pendón del citado centro entró en el estadio Manzanares para unirse a las múltiples banderas que constituyeron el marco del partido Barcelona-Gijón, la ovación fue de gala. Sólo las jugadas de Enzo Ferrero fueron capaces de generar aplausos parecidos.