La Escuela Politécnica Federal de Zurich
carece de complejos intelectuales. Hace unos años negó el doctorado honoris causa al gran dramaturgo y escritor suizo Friedrich Durrenmatt, el renombrado autor de La visita de la vieja dama. Y ahora acaba de hacer lo mismo con Max Frisch, el galardonado autor de Homo Faber, Stiller, Gantenbein, Montauk, o piezas como Andorra, La muralla china o Don Juan o el amor a la geometría. Se da el agravante además de que Frisch, que trabajó muchos años como arquitecto, es un ex alumno de la sección de arquitectura de esta escuela y nativo de Zurich. Indudablemente, las veleidades progresistas de Durrenmatt y las más socialistas de Max Frisch no placen demasiado en la gran ciudad de la alta burguesía suiza y en su no menos alto y burgués sancta sanctórum de la técnica.
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