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El general Jaruzelski solicitó y obtuvo un voto de cofianza del Parlamento polaco

Como hecho insólito en el mundo comunista se describe la toma de postura, ayer, del primer ministro polaco, general Wojciech Jaruzelski, ante el Parlamento de su país (Sejm), al someterse a una especie de «voto de confianza» asegurando que dimitiría si los diputados no aceptaban algunas de sus peticiones, especialmente un compromiso que impidiera toda huelga en el país durante dos meses.

Con esta toma de postura se cree que Jaruzelski pretende arrinconar políticamente a las fuerzas más extremistas de la crisis polaca: por una parte, las bases radicales del sindicato libre Solidaridad; por otra, el sector «duro» del aparato del partido, quien ha venido ganando puntos en las últimas semanas a raíz de la radicalización de las posiciones obreras, que llegaron a convocar una huelga general para el 31 de marzo, finalmente no ejecutada.El primer ministro, también ministro de Defensa, se basó, para pedir tales medidas, en algunas normas jurídicas, especialmente en el proyecto de ley elaborado por una comisión mixta Gobierno-Solidaridad, que prevé la posibilidad de suspender las huelgas en caso de «situación económica crítica». JaruzeIski pretende otorgar rango de ley al proyecto, antes de su aprobación por el Sejm.

El jefe del Gobierno polaco explicó que la situación actual es todavía peor que hace dos meses, cuando fue nombrado primer ministro, y dijo que los próximos meses presentan unas perspectivas más difíciles aún.

Apoyos y advertencias

En su discurso, Jaruzelski afirmó que para llevar a cabo su tarea es necesario «el soporte de todas las fuerzas que en Polonia se pronuncian por la entente social y dan pruebas de ponderación y responsabilidad».

Pero, aseguró también, «el Gobierno no puede funcionar normalmente entre preparativos de huelgas, por lo cual solicitó al Parlamento que declarase ilegal toda acción de huelga por un período de dos meses. La decisión del Parlamento sobre este punto», añadió, «y el apoyo que obtenga determinarían si el primer ministro seguirá cumpliendo las tareas que le han sido encomendadas».

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Jaruzelski esgrimió veladas amenazas, como la posibilidad de decretar «el estado de excepción». Aludía al conflicto de Bydgoszcz, donde «se impidió al Gobierno asumir sus poderes, constitucionales».

El hecho de que Jaruzelski anunciara su deseo de dimitir si su política no es respaldada por el Parlamento, y no ante el Buró Político del Partido Obrero Unificado de Polonia (POUP-comunista), organismo al que también pertenece, se interpreta del modo que así trata de distanciarse aún más del sector «duro» representado en el máximo organismo decisorio del país de hecho.

Antes del anuncio del primer ministro, el pasado jueves, Walesa declaró que se preveían «problemas» en las futuras discusiones entre el sindicato y las autoridades en temas como el total esclarecimiento de los incidentes de Bydgoszcz, la liberación de los presos políticos y la definitiva legalización del sindicato campesino Solidaridad Rural.

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