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Bipolarización en la quinta conferencia de los comunistas catalanes

En medio de una total bipolarización entre el ala izquierda, prosoviética, y la derecha, socialdemócrata, o Bandera Blanca, y la marginación del papel pacificador que deseó jugar la dirección leninista, se inició anoche en Barcelona la quinta conferencia de la organización del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) en la Ciudad Condal, presidida por Pere Ardiaca y el secretario general, Francesc Frutos.

El clima de enfrentamiento de la conferencia es muy superior al que caracterizó el pasado congreso del PSUC, en el mes de enero, cuando fue rechazado el término eurocomunismo. Actualmente, el debate interno ha perdido interés desde el punto de vista ideológico y político para pasar a ser de orden personal.Asisten a la conferencia 450 delegados en representación de 5.700 militantes. Esta cifra sitúa a la organización comunista barcelonesa en el primer lugar de entre las catalanas y en segundo de las españolas, detrás de Madrid.

La anterior conferencia de Barcelona representó una victoria para la tendencia de izquierda denominada leninista, cuyos miembros dominan totalmente el comité ejecutivo del PSUC, después del último congreso. El secretario saliente de la organización comunista de Barcelona, el leninista Andreu Claret, no se presenta a la reelección. El candidato de la dirección del PSUC para sustituir a Claret es Antonio Luchetti, también leninista.

En la preparación de la conferencia, el comité ejecutivo del PSUC -lo que equivale a decir la tendencia leninista- ha buscado la superación de los recientes enfrentamientos. Para ello, el comité de Barcelona saliente -también leninista- elaboró un informe político a discutir por la conferencia, en el que se marginan los puntos polémicos. Su voluntad sería lograr una nueva dirección local en la que estuvieran presentes tanto prosoviéticos como socialdemócratas.

Todo indica que el referido propósito pacificador ha fracasado ya, antes de iniciar la conferencia. En las reuniones de las federaciones barcelonesas no fue posible elegir delegaciones de integración. Estas, elegidas por el sistema, mayoritario, resultaron ser socialdemócratas o prosoviéticas en la inmensa mayoría de casos. El pactismo de los leninistas -que vienen a ocupar objetivamente una posición de centro- quedó totalmente desbordado. La composición de la conferencia muestra a prosoviéticos y a socialdemócratas o Bandera Blanca muy igualados en cuanto a votos.

En las últimas semanas se han celebrado conferencias locales o comarcales en Lérida, Tarrasa, Santa Coloma de Gramanet y Vallés occidental. Las cuatro constituyeron otras tantas victorias prosoviéticas. En todas ellas fue apreciable una degradación de la polémica interna, por cuanto que las cuestiones ideológicas fueron sustituidas por la mera caza al contrario, ya típica de los enfrentamientos dentro del PSC-PSOE, pero hasta ahora inédita en el PSUC.

La marginación de los socialdemócratas de la dirección del comité de Barcelona del PSUC, en 1977, representó la salida á la luz pública de las tensiones internas dentro del PSUC. Desde entonces, los leninistas han dominado la organización comunista barcelonesa.

Ahora los socialdemócratas -apoyados por Santiago Carrillo- desean evitar una estabilización de los resultados del quinto congreso del PSUC. Por ello han estado rechazando la posibilidad de participar en la nueva dirección barcelonesa. Cogida entre dos fuegos, la dirección leninista ha sido incapaz de aglutinar una mayoría, e incluso ha visto cómo algunos de sus antiguos seguidores han pasado a identificarse con las tendencias más radicales, hacia la derecha o hacia la izquierda.

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