_
_
_
_

El Parlamento británico ha revocado 16.000 leyes arcaicas en 17 años

Andrés Ortega

Casi nadie recordaba que en el Reino Unido está prohibido comer chocolate en un tren, que un taxista no puede coger a un cliente en la londinense plaza de Bloomsbury o que los domingos es legal vender revistas, algo picantes, pero no biblias. Estas y muchas otras leyes serán pronto revocadas.

Este proceso de revocación de leyes arcaicas comenzó en tiempos de la reina Victoria de Inglaterra y desde 1965 han caído bajo la responsabilidad de una comisión de cinco personas, que termina de enviar un informe al Parlamento para la supresión de 121 leyes y 127 enmiendas. La tarea es, sin embargo, inmensa ya que esta comisión, en dieciséis años, ha conseguido revocar más de 16.000 leyes, algunas de las cuales databan de 1235.En este último informe, la ley más reciente -sobre monumentos históricos- es de 1979 y la más antigua data de 1727-un impuesto de dos peniques escoceses sobre cada pinta de cerveza consumida en Edimburgo-. La ley de 1806 que prohibe a un taxista coger a un cliente en la plaza de Bloomsbury, de Londres, reflejaba la baja categoría social que se atribuía a los coches de alquiler a principios del siglo pasado. Sin duda, algo obsoleto, aunque hay disposiciones más curiosas: es ilegal comer chocolate en lugares públicos. En teoría, el día de Navidad sólo se pueden practicar los siguientes deportes: salto a pie o con pértiga y tiro con arco. Según la ley de juramentos profanos de 1745, «un jornalero, un soldado raso o un marinero será multado con un chelín por cada palabrota; cualquier persona bajo la categoría de gentilhombre, con dos chelines, pero un gentilhombre con cinco chelines».

Existen otras leyes más importantes sobre juramentos: las de juramentos ilegítimos, que prohíben pactos secretos. La de 1797 fue ideada por William Pitt, tras unos motines en la flota británica, para impedir así los acuerdos secretos entre marineros. La de 1812, para luchar contra el movimiento de ciertos sectores obreros que se dedicaban a romper máquinas, lo que se llamó luddismo, fue utilizada en 1840 para intentar frenar el naciente movimiento sindical.

Una ley antigua, que no será revocada, prohíbe a los comercios el estar abiertos después de las ocho de la tarde o los domingos. Esta disposición es polémica, pues muchos comerciantes quieren justamente abrir los domingos, pero el Parlamento británico decidió recientemente no revocarla y, por tanto, sigue siendo ilegal para una madre comprar leche para su hijo en domingo. Siempre le queda el remedio de hacer algo legal y comprar whisky.

La ley sobre criminales lunáticos de 1800, aún en vígor, establece complejos y arcaicos procedimientos para habérselas con los locos que intentan forzar su adminisión ante la presencia de la reina, pues, entre otras cosas, un secretario de Estado tiene que confirmar esta locura. También una ley de 1918 prevé que los niños abandonados serán protegidos por medidas sobre pensiones de guerra. Afortunadamente, ahora hay otra ley sobre niños necesitados.

Concepción del derecho

La concepción británica del derecho es muy diferente de las de la Europa continental, en especial por el papel destacado que se concede en el Reino Unido a las reglas consuetudinarias. Por una parte, existe la legislación propiamente dicha, formada por las leyes que emanan del Parlamento, y los decretos, órdenes, reglamentos y regulaciones que provienen de los ministros, autoridades locales u otras autoridades, en función de los poderes que les han sido atribuidos por el Parlamento.Por otra parte, existe el derecho consuetudinario. (o common law), que es la ley antigua del país, según se deduce de la costumbre, interpretada por los jueces. Aunque nunca ha sido definida con precisión ni codificada, constituye la base del derecho, excepto cuando ha sido modificada por el Parlamento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_