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Acelerar la adhesión de España al Mercado Común presenta dificultades políticas y técnicas

Soledad Gallego-Díaz

El ministro español de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, que viajará a Bruselas el próximo día 16 para asistir a la sesión de negociación Comunidad Económica Europea-España, planteará a sus colegas de los diez la posibilidad y alcance de una cooperación política, así como el desarrollo concreto de una eventual aceleración de las conversaciones para la adhesión.

Pérez-Llorca tendrá ya en el bolsillo el texto de una resolución del Parlamento Europeo, que se someterá a votación mañana, viernes, en la que se habla de «acelerar las negociaciones», y de «reforzar el procedimiento de consultas e información recíproca entre España y la CEE, en el marco de la cooperación política europea». Los acuerdos de la asamblea de Estrasburgo -éste será probablemente apoyado por todos los grupos políticos, excepto comunistas y gauilistas franceses, contrarios, como siempre, a la adhesión de España- no son vinculantes para los Gobiernos de los diez, pero suponen una evidente presión moral.Desde el punto de vista de la cooperación política, el ministro español solicitará, sin duda una información más detallada. No conviene olvidar que Jacques Chirac, el gaullista francés, propuso ya hace bastante tiempo incorporar a España al faro político, olvidando la auténtica adhesión al Tratado de Roma. Cualquier tipo de cooperación política no debería entenderse, afirman fuentes españolas, como un sustituto ni un pretexto para relegar el aspecto fundamental.

La cooperación política, que no está contemplada en los textos comunitarios, admite múltiples modalidades. Si la Comunidad desea verdaderamente reforzar ese procedimiento -actualmente se limita a informar de sus propios acuerdos a las autoridades españolas, como, por ejemplo, cuando se decidió boicotear a Irán-, podría llegar, en teoría, hasta incorporar, con derecho a voz, al titular español. Sin embargo, las fuentes comunitarias consultadas por EL PAIS consideran esta posibilidad como muy remota, aunque reconocen que supondrá un importante, apoyo político para Madrid.

En cuanto a la «aceleración de las negocíaciones» para la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, los responsables de la Comisión Europea -órgano burocrático y semiejecutivo de la CEE- insisten en que el fallido golpe de Estado en España puede y debe ayudar a «mejorar el espíritu» en el que se desarrollan las conversaciones.

En su aspecto básico, la actitud de los diez no ha cambiado: la adhesión de España está indisolublemente ligada a la reforma interna de los problemas presupuestarios de la CEE actual.

Las fuentes comunitarias consultadas por EL PAIS negaron que, tal y como han afirmado medíos comunitarios próximos a Madrid, la eventual adhesión en 1984 supusiera ningún adelanto sobre las previsiones que han regido hasta ahora. La fecha de 1986, señalada por esos medio! de Madrid, nunca ha sido mencionada en Bruselas y supone una burda maniobra pretender que, si ingresamos en el Mercado Común en 1984, es gracias a «una aceleración». La fecha inicialmente prevista, al menos por Madrid y la Comisión Europea fue 1983, y el retraso de un año continúa prácticamente en vigor.

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La única posibilidad de acelerar realmente la adhesión de España depende de la rapidez con la que los diez solucionen su probiema presupuestario, y esta premisa sigue siendo válida, según todas las fuentes comunitarias consultadas en Bruselas. Tanto el presidente de la Comisión, Gaston Thorn, como el comisario británico, Christofer Tughendat, encargado precisamente del capítulo «presupuesto», estiman que hará falta al menos un año a partir del próximo 30 de junio, en el que la Comisión presentará su propuesta para que la CEE tenga claras cuáles son las líneas maestras de esa reestructuración interna. Eso nos coloca en el verano de 1983, con lo que la firma se efectuaría en enero de 1984.

Otra cosa es -y ahí si que la Comisión Europea presionará con todas sus fuerzas, al igual que el Gobierno de Madrid y los eventuales apoyos políticos que se consigan en las capitales europeas- que a partir de ahora se vayan realizando las negociaciones de «una forma más seria». Un alto funcionario de la Comisión señalaba ayer a este peiiódico: «Se trata, sinceramente, de tener todo preparado para cuando llegue el momento.

El esfuerzo debe ser realizado por las dos partes: el Consejo, ayudando a que la negociación se desarrolle rápida y seriamente, y las autoridades de Madrid, teniendo todo preparado en el interior».

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