Moracho, Corgos y Páez, medallas europeas
Dos medallas de plata, Corgos en longitud y Moracho en 50 vallas, y una de bronce, Páez en 800, fue el brillante balance de la actuación española en los Campeonatos Europeos de Atletismo en pista cubierta, que el domingo finalizaron en Grenoble, y cuya última jornada resultó tan brillante como la primera. La prueba de pértiga, en la que Vigneron igualó su mejor marca mundial, tuvo un altísimo nivel, que aún hubiera podido ser mayor si el concurso no llega a durar seis horas. Moracho y Corgos establecieron nuevas mejores marcas nacionales, y España fue el cuarto país que más medallas ganó en hombres.
Los tres atletas españoles que tenían el compromiso de subir al podio, tuvieron una actuación acorde con la confianza que se les otorgó en su día cuando entraron en la categoría olímpica. Corgos, por ejemplo, fue a los campeonatos sin mínima y quedó a cuatro centímetros del oro, aun habiendo estado lesionado hace dos semanas. A Moracho, que tampoco pudo entrenarse a tope últimamente a consecuencia de un ligero enfriamiento, le separó una. centésima del primer puesto, y Páez, que arrastra una lesión desde que comenzó la temporada, ganó, como Moracho, su segunda medalla en unos europeos. Corgos y Moracho, éste por dos veces, batieron además las mejores marcas nacionales. La que tenía Blanquer en longitud, con 7,92, pasó a 7,97, y la del propio Moracho en 50 vallas la rebajó primero, en semifinales, a 6,58, y luego, a 6,48.Corgos, en su primer salto, se fue a los 7,78, que era medalla de oro hasta que Bernhard marcó dos centímetros más. Cuatro nulos consecutivos del español le arrastraron hasta el cuarto puesto, pues Bernhard. ya estaba en 8,01; Abbjasov, en 7,95, y Szalma, en 7,90. Llegó el último intento y Corgos agarró el buen salto, que cada vez prodiga más, 7,97, sin pisar además tabla, marca que no lograron superar los que le precedían.
La actuación de Moracho también tuvo una progresión impresionante. Fue segundo en series, con 6.64, que era el cuarto mejor tiempo; en semifinales, pese a su lenta salida, volvió a ser segundo, con 6.58, una centésima menos que su propia mejor marca nacional, que fue ya el segundo mejor tiempo. En la final tuvo una salida fulminante; tanto es así que rozó el nulo. Sólo Bryggare, que está en su gran año, fue capaz de cruzar la llegada una centésima antes que él. Drut, que había despreciado a Moracho, tuvo que conformarse con una medalla de bronce, después de haber sido un atleta que o ha conseguido ya todo.
La final de 800 tuvo una salida rápida, que dejó a Páez escondido, pero sólo hasta la última vuelta. Fue entonces cuando resurgió la potencia de este atleta para abrirse paso holgadamente hasta la medalla de bronce. Las de metal más noble le quedaron ya demasiado lejos para intentar ganarlas.
Los otros españoles
Los restantes españoles que actuaron en la jornada del domingo cumplieron dentro de lo que se esperaba, es decir, sin posibilidades. En la final de 1.500, Abascal aguantó en el grupo de cabeza hasta que sus rivales, a falta de dos vueltas, dijeron adiós. Cudeiro se limitó a correr escondido en el grupo para, al final, quedar el último. Otra presencia española en las finales fue la de Montserrat Pujol en 800, que acusó el esfuerzo de la víspera para clasificarse. Corrió tranquila y entró la última, pero ello le significó un sexto puesto en su primera experiencia dentro de una competición europea oficial.
Oriol, por último, también compitió el domingo con un rendimiento mediocre. Fue decimosexto, tras haber renunciado al 5,00, haber pasado el 5,15 al tercer intento y el 5,25 al primero. Luego, el 5,35 le vino largo, aunque él aspiraba al 51,45, que tampoco le hubiera supuesto más allá del noveno puesto.
Y es que fue en pértiga donde hubo un nivel altísimo, pese a que al final acusaran las seis horas de competición las grandes estrellas. El cuarto clasificado, el belga Desruelles, lo fue con 5,60, que es la marca que el año pasado le dio a Kozakiewiez la medalla de oro y el récord de los campeonatos. Al final no hubo copo francés de medallas porque Houvion, que renunció al 5,60, no pudo con el 5,65. El campeón, Vigneron, con 5,70, igualó su mejor marca mundial. Después intentó el 5,75 sin posibilidad alguna de rebasarlo por el cansancio que acusaba.
Otro intento de establecer una nueva mejor marca mundial lo protagonizó Sara Simeoni, que, tras haber superado el 1,97 al primer intento y ser ya campeona, solicitó el 2,00, dos centímetros más que la plusmarca que tiene la húngara Matay. No lo logró, pero fue la atleta más aplaudida de los campeonatos, incluso con tanto cariño como a los franceses victoriosos.
En Grenoble también se confirmó la checoslovaca Kratochvilova como una atleta que lleva camino de no tener rival en los 400. La gran sorpresa de los campeonatos fue la victoria de la búlgara Popova en los 50 lisos, no ya sólo por delante de Koch, sino también de Auerswald, a quienes, además, superó la sueca Haglund, eterna finalista en las competiciones europeas, que, por fin, ha tenido acceso a la medalla. Por último, la anécdota estuvo en los 3.000, ya que la carrera no se corrió sobre tal distancia, sino sobre 2.8 10 metros, pues los jueces hicieron sonar la campana de la última vuelta cuando aún faltaban dos. Tras largas horas de deliberación, se acordó hacer válida la clasificación, pero sin tiempos.
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