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Los porteros paran con los pies

El papel de los porteros de fútbol se ha humanizado. Ya no padecen conmociones cerebrales por lanzarse a los pies del delantero. Ahora salen con los tacos por delante para despejar y salvaguardarse. El miedo a la tuberculosis suprimió los blocajes. El temor a las conmociones ha impuesto el uso de los borceguíes. Zamora fue el maestro del atenazamiento del balón contra el pecho y Arconada se ha convertido en el ejemplo de los rechaces con los pies.

Ricardo Zamora despreciaba a cuantos porteros eran incapaces de sujetar el balón contra el pecho. Sus sucesores mantuvieron durante años aquel estilo de salir del marco a atenazar la pelota. En los lanzamientos a por los balones rasos levantaban auténticas polvaredas y en los blocajes ponían por delante la rodilla para detener al centro delantero tanque que pretendía arrollarles. En lo de poner la rodilla en los costillares de los delanteros fue un especialista el guardameta del Deportivo de La Coruña Juanito Acuña.Los porteros de la posguerra comenzaron a tomarle pavor a recibir el balón contra el pecho. porque corrió la especie de que producía tuberculosis. Esta enfermedad en los años de la posguerra se convirtió en un baldón para quien la padecía y para sus familiares. Alguien corrió la especie de que Vidal, Bañón y Juanito Alonso tuvieron lo que se llamaba enfermedades del pecho y poco a poco fueron acabándose los porteros especialistas en el blocaje perfecto.

El temor a la tuberculosis produjo en la posguerra guardametas gorditos. Pérez, Velasco, Lezama, López, Acuña y Bañón fueron hombres macizos. El hambre de la posguerra, se decía, era la principal causa de la tuberculosis. Pérez, que se vino del Castellón al Atlético de Madrid, se ganó el sobrenombre de «tragapanes». En la mesa poseía un saque poco común. Su obsesión por tener una buena alimentación le llevó a comer el doble que sus compañeros. En un restaurante cercano a la Posada del Peine comía a diario. El restaurante expendía vales semanales de comidas y Pérez adquiría el doble que su compañero Elzo Tranquito. Pérez tenía derecho a dos platos de sopa, dos segundos platos, dos postres y dos barras de pan. Se ponía morado ante el estupor de Elzo.

Los porteros gorditos se acabaron con Betancor y Campillo, pero al tiempo se inició la costumbre de poner las manos por delante del cuerpo para detener el balón en dos tiempos. Una vez botaba en el suelo ya lo atrapaban. Maestro en sujetar la pelota con una mano fue Quique y al madridista Vicente le llamaron «el grapas». Reina se pasó partidos enteros dejando caer al suelo los balones. Le tenía pánico al blocaje. Sobre todo, porque alguna vez se le salía el balón y luego en el vestuario su compañero Tirapu le preguntaba si había acunado a un niño.

Contemporáneas a los blocajes fueron las palomitas. Pazos se hizo famoso aun en los momentos en que por componer la figura le metieron algún gol de verbena. Pazos perteneció a la escuela de los porteros bien plantados. Zamora tuvo mucho éxito entre las mozas de su época y su hijo no le anduvo a la zaga. Incluso fue figura invitada en Las chicas de la Cruz Roja. Ricardito Zamora aún conserva planta de conquistador. Entre Zamora padre e hijo, quien se ganó a la clientela femenina de la época fue Ignacio Eizaguirre. La suerte para los guardametas de entonces radicaba en que sus admiradoras eran señoras de pasarela.

Siempre se ha dicho que los porteros y los extremos izquierda han sido medio locos. Entre los extremos aún se conserva algo del tópico, pero los guardametas han devenido en tipos muy serios. Iríbar además de no ser extravagante en el campo, le puso sobriedad incluso a las palomitas. Con todo, ha sido el último chollo que han tenido los reporteros gráficos.

Arconada, definitivamente, ha creado escuela en las salidas con los pies por delante. No hay jovenzuelo que aparezca que no cruce media área con la intención puesta en las botas. Un ejemplo claro, el valencianista Sempere. Lo que se ha perdido en espectacularidad y de literatura, porque no se lanzan como kamikazes, se ha ganado en efectividad. Pero hay que comenzar a pensar en la posibilidad de que en el fútbol actual tiene más seguidores Perramón que Zamora.

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