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Las Juventudes Socialistas pretenden ocupar "el espacio político radical"

Con la pretensión de «ocupar el espacio político radical», las Juventudes Socialistas iniciaron, ayer en Madrid, su XIV Congreso, que tiene carácter extraordinario. Tanto el discurso del secretario general saliente, Juan Antonio Barragán, como los documentos sobre línea política que circulan entre los delegados ponen de manifiesto el deseo de recoger en las Juventudes las reivindicaciones que el PSOE no puede o no quiere mantener, en virtud de su imagen de «alternativa de poder». En este sentido, fueron significativas unas palabras del secretario general de UGT: «Con el debate de investidura ha comenzado la carrera electoral».En el intento de ensanchar los espacios de opinión favorables al socialismo, los estrategas de este sector parecen ir a una cierta división del trabajo: si el PSOE tiende a buscar el centro-izquierda, la socialdemocracia, el progresismo moderado, las Juventudes Socialistas son las encargadas de llamar a la puerta de la abstención juvenil. «Es necesario aclarar», precisa el documento-base de línea política, «que no se quiere constituir un partido radical; más bien hay que tratar de que éste no aparezca».

El proyecto de resolución, redactado en estilo de manifiesto y titulado «A los que no se resignan», contiene análisis del siguiente tenor: «Se murió el dictador, vinieron nuevos rollos, se consiguieron cambios institucionales importantes, pero siguen mandando los de siempre». Y, tras afirmar el compromiso de una defensa intransigente de los derechos humanos, menciona un heterogéneo conjunto de reivindicaciones, tales como la libertad sexual, reducción del servicio militar a ocho meses -que además debe ser retribuido-, desaparición de las bases extranjeras en España, solidaridad con el Tercer Mundo, despenalización de las drogas blandas y control de las misinas a través de un monopolio de Estado, revolucionar la vida cotidiana, oponerse a la privatización de la enseñanza y otras.

"No perder el espacio de la libertad"

El motivo formal del congreso es la dimisión presentada por el secretario general, Juan Antonio Barragán, debido a la incompatibilidad entre dicho puesto y su actual cargo en la ejecutiva del PSOE. Estas formalidades subrayan el deseo de la dirección socialista de independizar la imagen de ambas organizaciones,«Los partidos de izquierda», decía ayer el secretario general saliente, «piensan más en las instituciones y en electoralismos que en las luchas sociales». Tras facilitar el dato de que por cada 55 votantes socialistas en España sólo hay un militante -la proporción es de tres a uno en Austria, y de cinco a uno en la República Federal de Alemania, países con Gobiernos socialdemócratas-, Barragán afirmó que es necesario disminuir la enorme distancia entre militantes y votantes en España, y para ello propuso «ganar y ocupar el espacio radical, que corresponde única y exclusivamente a los socialistas».

«Si perdemos el espacio de la libertad», agregó, «nadie lo va a abanderar. Nada mejor para la derecha que un partido radical que no cuestione el sistema vigente, porque desvía la lucha de clases; por eso nosotros no creemos en el radicalismo como partido. Un proyecto de este tipo tiene que encontrarse en el futuro con el Partido Socialista».

Nicolás Redondo, secretario general de UGT, abundó en la misma idea, pero subrayando con más énfasis la necesidad de no perder la perspectiva de la lucha de clases, y atribuyendo a las Juventudes Socialistas la cualidad de «cantera de cuadros» para la UGT y el PSOE. No obstante, reconoció que la tarea es de por sí difícil, dada la debilidad actual de la organización juvenil; «cuando yo entré en las Juventudes Socialistas, en 1947», dijo, «había más militantes que ahora en Euskadi». El líder de UGT afirmó que su sindicato no se ha derechizado, sino que «se ha hecho más responsable», y advirtió que el movimiento socialista debe mostrarse muy sensible frente a los intentos de introducir a España en la OTAN.

Todo esto se produce en el marco de un congreso que muestra la precariedad de medios y de militancia de la organización juvenil del PSOE. Tras una prolongada crisis, de muy complejo desarrollo, las Juventudes se han estabilizado en una cifra de militantes, que fuentes oficiosas sitúan -quizá con cierta benevolencia- en 8.000 afiliados. El escenario del congreso es un pequeño muestrario de mensajes: un eslogan que hace referencia a lo cotidiano -«cambiar la vida día a día»-, una cuidadosa selección de fotografías -Marx y Engels, por ejemplo, pero no Lenin y cierto desaliño organizativo, que motivó un retraso de una hora en la inauguración de las sesiones, mientras se preparaba el local a toda prisa.

La ejecutiva saliente no rindió cuentas de su gestión, alegando que sólo estaría obligada a ello en un congreso ordinario, lo cual motivó la protesta de la delegación catalana. El proyecto de nuevos estatutos prevé la reducción de los veintitrés miembros que forman la ejecutiva actual a sólo nueve.

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