Las "culpas" de la policía
Lamentablemente, la muerte de José Ignacio Arregui Izaguirre ha puesto una vez más sobre el tapete la realidad policial y la necesidad de una profunda reforma en lo que a su infraestructura y política de nombramientos se refiere. Los planteamientos de hace cinco años, en los que participaron todas las fuerzas democráticas de este país, de ruptura no, reforma sí, al menos en lo que afecta al colectivo policial, han resultado un estrepitoso fracaso y, aunque tarde, todavía estamos a tiempo de que no sólo sea el propio terrorismo, sino ya determinados policías, los que acaben con la democracia en nuestro país. Lamentablemente, ya han encontrado unos «cabezas de turco» a quienes culpar para que todo siga igual. Pero no, ya basta, ya basta de torturas, engaños, policías paralelas, ineficacia e incluso maniobras desestabilizadoras. Ya basta de chantajes políticos, de asunciones informativas exclusivistas, ya basta de antidemócratas en los puestos de responsabilidad de la policía, ya basta de falsos culpables, de compañerismos mal interpretados y de las consabidas consignas de «lavar los trapos sucios en casa». Ha llegado el momento de democratizar la policía, y los policías de la USP estamos dispuestos a asumir nuestras propias responsabilidades, las mismas que deben asumir los grupos parlamentarios, y debatir ampliamente el tema de la policía en el Parlamento.En un Estado de derecho es inadmisible que se puedan propinar golpes a un detenido hasta el extremo de producirle la muerte y, lo que.es más grave aún, el que se busquen falsos culpables y los verdaderos sigan haciendo de las suyas. Como, por ejemplo, un destacado dirigente policial, ahora dimisionario, que ha sido acusado públicamente de promocionar, a espaldas de los directores generales de la Policía y de la Seguridad del Estado e incluso del propio ministro del Interior, y, por tanto, de todo un Gobierno, a unos gangsters para que asesinen allende nuestras fronteras (Francia), justo cuando se podía haber llegado a un entendimiento entre ambos Gobiernos para combatir el terrorismo. Exactamente igual, lo que excede de los límites de la simple casualidad, a lo ocurrido en esta ocasión, cuando el pueblo vasco había tomado conciencia ante él terrorismo y había esperanzas de paz en Euskadi.
Si los chantajes políticos del señor Ballesteros se fundamentan en sus conocimientos del terrorismo, ya está más que justificado el que sea destituido. Es vergonzoso que ETA tuviera toda una infraestructura en Madrid y ésta se pusiera al descubierto después de una detención casual de la Policía Nacional golpe de «electrodos» y de barra». En el Cuerpo Superior de Policía existen suficientes hombres de talante democrático para combatir el terrorismo, y reciente está el caso de Valladolid.
Engaño a todo un pueblo
La muerte de José Ignacio Arregui no puede justificarse con el procesamiento de cinco policías, debe servir para que estos actos de barbarie desaparezcan de una vez por todas y que el Parlamento designe una comisión que investigue las actividades profesionales del señor Ballesteros, el hombre que ha sido capaz de engañar a todo un Gobierno, a un Parlamento, a la policía y poner más que en duda su metodología y efectividad. El hombre que ha tenido la osadía de llamar públicamente a la Unión Sindical de Policías «grupo minúsculo y sectario» de «bagaje profesional pobre y negativo» que «no hace más que caer en el sectarismo político», cuando el único que ha practicado el sectarismo ha sido él, no permitiendo la entrada en la Brigada Central de Información a los hombres de la USP (ahora es público el porqué) y confunde el sectarismo político con el sectarismo democrático, en el que, evidentemente, él no «cae».
La USP no prejuzga judicialmente, sino profesionalmente, porque los hechos así lo demuestran. Ciertos hombres de Ballesteros participaron en el interrogatorio de José Ignacio Arregui. Ciertos hombres de Ballesteros han sido acusados públicamente de pagar a los mercenarios de la OAS que asesinan en Francia. El señor Ballesteros podría ser culpable del desprestigio actual de la policía.
Por lo que a mí se refiere, ya lo dijo Petrarca: una muerte digna honra toda una vida. Y en cuanto a la USP, está bien claro que sobrevivirá a su verdugo.
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