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El Atlético se excedió en brusquedades

San Mamés premió el domingo a sus fieles con veinte minutos de gran fútbol. En ese tiempo, el Athlétic marcó dos goles, estrelló dos balones en la madera y resolvió el partido. Después, el espectáculo bajó de tono, aunque nunca perdió el interés. El líder dejó una estela de brusquedades y malos modos y apenas disparó a puerta.Fue impresionante ver al Athlétic en la primera fase del partido. Las carreras de Urkiaga y Tirapu, los balonazos largos de Guisasola, el excelente juego de Rojo y Sola en la media, los desbordes de Argote por la izquierda, las entradas al remate de Dan¡ y Noriega... Cada avance del Athlétic finalizaba con disparo a puerta. La defensa de¡ líder, tan segura siempre, no podía, de ninguna manera, con lo que se le venía encima. El ala izquierda del Athlétic se lució especialmente y bordó combinaciones extraordinarias, con Marcelino y Ruiz como atribulados espectadores de primera fila. Cae un gol, cae un tiro al palo, cae otro gol, cae otro tiro al palo...

Sólo hacia el minuto veinte se estabiliza el equipo madrileño, cuando los vascos tienen que parar para tomar aire, después de su magnífico esfuerzo inicial y de haber colocado en el marcador una ventaja que se suponía definitiva. Julio Alberto es quien anima al equipo con una sensacional arrancada desde medio campo, conduciendo perfectamente el balón entre varios contrarios. Cuando se planta ante Cedrún dispara fuera, pero el Atlético ha podido ver que no todo está perdido. Comienza entonces una larga fase en la que se juega por todo el campo con más interés que aciertos. Ruiz se tira hacia arriba par a arrastrar a Rojo y desconectarle de Argote; éste entra menos en juego y además parece, haber gastado sus fuerzas demasiado pronto. Por la otra banda, Urkiaga sufre su dolorosa y grave lesión antes de la media hora de juego, y eso obliga al traslado de Tirapu al puesto de lateral, y a la entrada de¡ veterano Villar en la media. Aunque éste defiende con dignidad su papel, el equipo bilbaíno echará en falta de ahí en adelante las subidas de su lateral. Julio Alberto (al que el público abuchea injustamente cada vez que coge el balón) y Quique se adueñan de esa zona, de la que desaparece Sola.

Pero en el Atlético fallaron ella vez los hombres que deben aparecer en el tramo final de las jugadas. Dirceu, Rubén Cano, Marcos y Rubio no pasaron de discretos, y el líder no tuvo disparo a puerta ni en las fases en las que más imponía su dominio. El Athlétic, encogido primero por la reacción de los madrileños (acompañada de brusquedades ante la permisividad de Pes Pérez) y por su propio cansancio, va reaccionando poco a poco. Rojo se crece, juega con el talento de siempre y además con un espíritu de lucha desconocido. Arriba, Argote se va recobrando y la presencia de Dan¡ sigue siendo una amenaza. Cuando Sola, avanzado el segundo tiempo, vuelve a emerger después de su larga desaparición, los bilbaínos recobran el control del partido.

García Traid trata de recomponer su equipo con una intervención quirúrgica de urgencia. Se van Marcelino y Dirceu y entran Villalba y Bermejo. Este ocupa la zona del brasileño, pero Villalba se queda como extremo, Marcos baja a la media y Ruiz se coloca sobre Argote, pero tratando de tirar de él hacia arriba, como hacía con Rojo. Antes de que los cambios puedan surtir efecto, Sola -que poco después se retira, lesionado, para dejar su puesto a Sarabia- marca en un contraataque el tercer gol y el líder pierde totalmente los nervios y los papeles. Balbino va a la calle por una entrada absurda a Noriega. El Athlétic, tranquilo, afloja, y los madrileños sólo consiguen ya hacer menos amarga la derrota gracias a un gol, en el último minuto y de penalti, provocado, cómo no, por Rubio.,

El partido le deja al Atlético, además de la derrota, las bajas seguras para el domingo del expulsado Baibino y de Marcos, que vio su cuarta tarjeta.

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