Detenido en París Marco Donat-Cattin, presunto dirigente de Primera Línea
Marco Donat-Cattin, de veintiocho años, presunto dirigente de la organización terrorista italiana Primera Línea, fue detenido el jueves por la noche en París cuando salía de un restaurante de los Campos Elíseos por la policía francesa, ayudada por los carabineros italianos. El joven, que no opuso ninguna resistencia, permanecerá en Francia hasta que las autoridades judiciales galas examinen la solicitud de extradición presentada por Italia.La captura en París del joven Donat-Cattin, hijo de uno de los más prestigiosos líderes de la Demodracia Cristiana, ha vuelto a poner sobre el tapete un caso que llevó hace unos meses ante la comisión investigadora del Parlamento nada menos que al entonces presidente del Gobierno, Francesco Cossiga. El Parlamento, en reunión conjunta de ambas Cámaras, absolvió a Cossiga de la acusación formulada por un terrorista arrepentido, Roberto Sandalo, amigo de familia de Donat-Cattin y compañero de clandestinidad de Marco, de favorecer la fuga al extranjero del hijo de su compañero de partido. Pero, Carlo Donat-Cattin, ante las duras polémicas que surgieron en el país, dimitó como vicesecretario de la Democracia Cristiana.
Cuando ayer llegó la noticia de la detención de Marco estaba reunida la dirección de la Democracia Cristiana, que acababa de nombrar vicesecretario del partido en sustitución Donat-Cattin a De Mita.
Donat-Cattin había sido precisamente el protagonista, durante el último congreso democristiano, de la derrota del secretario Zaccagnini, en tanto que autor del famoso «preámbulo», un documento que sancionaba la indisponibilidad de la Democracia Cristiana para cualquier tipo de colaboración gubernamental con el partido comunista.
Poco después estalló públicamente el escándalo de Marco, el menor de los cuatro hijos del líder democristiano, acusado de ser uno de los cabecillas de Primera Línea, y de cinco asesinatos, entre ellos el del juez Alessandrini.
La familia, desde Turín, acosada ayer por los periodistas, respondió, a través de la madre de Marco, que su esposo estaba en la cama enfermo a causa de una hemorragia en la vista que le había impedido participar en la reunión de la dirección de la DC en Roma. «No tenemos nada que declarar», añadió.
Marco estaba en la clandestinidad desde 1977. Tiene veintiocho años. Desde muy joven había militado en los movimientos de extrema izquierda. Estaba casado y era padre de un hijo. Se había divorciado al año de casado y Primera Línea lo había acusado de haber huido al extranjero llevándose una parte de la caja de caudales de la organización. Desde la clandestinidad había lanzado últimamente una llamada a sus companeros terrioristas para que depusieran las armas.
El nombre de Marco Donat-Cattin apareció por primera vez en el diario filocomunista de Roma Paese Sera el 7 de mayo pasado. Fue una auténtica bomba política. Su amigo personal, también terrorista arrepentido, Roberto Sandalo, confirmó las acusaciones, relatando a los magistrados la conversación que mantuvo con el padre de Marco después de que el líder democristiano se entrevistase con el presidente del Consejo, Cossiga. La familia pidió al joven ex compañero de Marco que les ayudase a tener noticias del hijo. La opinión pública se dividió entonces entre quienes afirmaban que el padre de Marco debía haberlo denunciado y quienes defendían que, a un padre, no se le puede exigir tanto heroísmo. El problema estaba en que Donat-Cattin era un hombre público que durante el secuestro de Aldo Moro se opuso, con todas sus fuerzas, a cualquier tipo de negociación con las Brigadas Rojas para salvar la vida del presidente de su partido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.