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Caza

Monterías a 420.000 pesetas

La caza en España ha llegado a tales cotas que actualmente es sólo un derecho de los privilegiados. Monterías a 420.000 pesetas y jornadas de perdices a 17.000 con un cupo de siete piezas, han convertido la caza en un negocio. Hay partidarios de combatir esta inflación a través de socializar la caza. La visita del presidente de la Federación de Caza de Bulgaria a España ha puesto de actualidad el tema.En los países socialistas se cuida extremadamente la caza. Por una parte, porque se respeta la naturaleza viva; por otra, porque supone una fuente de ingresos para el Estado, pero sólo a través de los cazadores extranjeros.

En Bulgaria, el cazador nativo paga 2.500 pesetas anuales. Pasa un durísimo examen teórico y práctico y contrae una serie de obligaciones. Sólo puede cazar dentro del marco de su área, y si ha ayudado a la procreación de especies, se le concede una extensión de 130 hectáreas, y si por alguna circunstancia disminuye ostensiblemente el número de piezas, no puede salir a cazar. Sólo lo hace los domingos y, está sujeto al cupo de abatir una liebre, dos faisanes y cuatro perdices.

Todos los años se examinan las posibilidades de caza para establecer el número de licencias de caza que se pueden conceder. Suelen darse a unos 80.000 cazadores que, con sus propios recursos, crían 500.000 faisanes y 30.000 perdices griegas. Todos pertenecen a la Unión de Cazadores y Pescadores, que es quien canaliza la producción de piezas de caza. Este organismo recibe 2.000 pesetas de las 2.500 que anualmente pagan los cazadores por la licencia. Las quinientas restantes son para las tasas estatales.

Cotos especiales

Los extranjeros cazan en cotos especiales, y en Bulgaria se reciben unas quinientas solicitudes por temporada. Para ellos se reservan las mejores piezas en lo que se refiere a la cáza mayor. Puede cazar se cualquier especie, incluida el oso -Io que supone 275.000 pesetas-, con la particularidad de que hay que pagar también una cantidad que va desde las 14.500 a las 1.800 pesetas si se falla el disparo. Esta medida fue adoptada, al margen de por los mayores ingresos que representa para el Estado, como castigo, pues en Bulgaria se considera que todo aquél que aspire a cazador ha de ser, ante todo, un buen tirador.En España, por contra, la caza es de quien la puede pagar. Puede arrendarse un coto y abatir cuantas piezas se quieran o bien organizar cacerías a precios libres, aunque el subarriendo esté prohibido en la ley de Caza. Unicamente en los cotos, que ocupan más de la mitad del territorio nacional, es donde queda caza, pues los terrenos libres son asolados por los 600.000 cazadores que no cuentan con recursos para disponer de un coto. El Icona dispone de cotos sociales, en los que se caza con arreglo a un cupo y a bajos precios, pero la demanda es tal que resultan insuficientes. Ni siquiera pueden garantizar un día de caza a los poseedores de licencia.

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