El refugio antinuclear, un producto común en Occidente
Según las últimas estadísticas, el ciento por ciento de los israelíes, el 89% de los suizos, el 68% de los rusos, el 48% de los norteamericanos, el 8% de los alemanes federales y el 3% de los ingleses y franceses disponen de plaza en refugios antinucleares. Estos compartimientos subterráneos son más o menos complejos, con dependencia de la tradición y los presupuestos de cada país. En Occidente, las empresas privadas los construyen con arreglo a un código de prestaciones para el que hay varios estándares o criterios, si bien el comúnmente aceptado es el suizo, que prevé amplios márgenes de seguridad. (En caso de catástrofe nuclear, la prescripción norteamericana, por ejemplo, es permanecer confinado ocho días, mientras la suiza es de quince.) La unidad con que se medía la potencia de un artefacto nuclear era el kilotón (potencia equivalente a la de mil toneladas de trilita), pero hoy se emplea el megatón (mil kilotones o un millón de toneladas de trilita). La bomba de Hiroshima tenía una potencia de doce kilotones; las bombas convencionales norteamericanas de hoy tienen diez megatones, y los soviéticos han llegado a fabricarlas de cuarenta. Como referencia, puede citarse que el estallido de una bomba de un solo megatón borra del suelo todos los edificios en un radio de cinco kilómetros. A dos de distancia, la simple sobrepresión sería letal para las personas, y a doce sufrirían quemaduras muy graves las que estuvieran al descubierto. Ello sin contar los efectos de las tempestades de fuego, capaces de provocar incendios generalizados.
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