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Declaraciones de 36 testigos en la segunda jornada del juicio sobre el "caso" Scala

Pasadas las 23.30 horas de ayer concluyó la segunda jornada del proceso Scala. Durante más de siete horas, con un breve intervalo de media hora, tuvo efecto ayer toda la prueba testifical. Comparecieron 36 testigos, de los que sólo se renunció a dos. El día anterior sólo había declarado un testigo. Hoy tendrá efecto la prueba pericial, cuando, por la tarde, se reanuden las sesiones. Los centros de interés de la vista de ayer fueron básicamente la debilidad de la acusación contra Luis Muñoz y una serie de precisiones respecto a las medidas técnicas existentes en la sala de fiestas para evitar un incendio.

El gran tema de anteayer, es decir, el decisivo papel presuntamente jugado por el procesado en rebeldía Joaquín Gambín Hernández, quedó ayer totalmente marginado. Los testigos podían agruparse en dos grandes apartados. Unos, presentados por la defensa, pusieron parcialmente en duda la responsabilidad que pudo tener en los hechos el procesado Luis Muñoz, para quien el ministerio fiscal requirió hace dos semanas la libertad provisional, que la sala no concedió.Otro grupo de testigos, también presentados por la defensa, intentó esclarecer la situación existente en el Scala desde el punto de vista de protección contra el fuego. Algunos testigos declararon que nunca habían visto bajado el telón de acero destinado a impedir que el fuego se propagara.

Una vez más el fiscal estuvo muy moderado respecto a las dos chicas que comparecen como acusadas, pero se encuentran en libertad provisional. Unos familiares de éstas, que declararon como testigos de la defensa, no fueron ni tan siquiera preguntados, en varios casos, por el fiscal. Ello permite intuir, con aún mayor intensidad que en el día anterior, que el fiscal puede rebajar las peticiones penales que afectan a ambas chicas. En cambio, ayer no se apreciaron hechos o testimonios que disminuyeran la posible responsabilidad de los tres principales acusados: Francisco Javier Cañada, Arturo Palma Segura y José Cuevas Casado, para cada uno de los cuales el fiscal solicita ochenta años de prisión.

El tema de los malos tratos también estaba presente ayer, pero con menor relieve que el día anterior. Algunos de los testigos habían sido detenidos paralelamente a los acusados, pero puestos en libertad poco después. Estos testigos declararon haber visto al procesado Cuevas con una herida en la cabeza. Uno de estos testigos afirmó también haber visto a la procesada Rosa María López en las dependencias policiales quejándose de dolor en el costado.

La defensa llevó a cabo ayer muy largos interrogatorios de técnicos que habían participado en la construcción del Scala y también de los hermanos Riba, principales accionistas de la sociedad titular del negocio.

Los fallecidos, militantes de UGT

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El presidente de la sala intervino muy poco. Sólo impidió que la defensa preguntara a uno de los hermanos Riba por qué éstos no habían comparecido en el juicio como damnificados. El presidente también preguntó a varios trabajadores de la sala de fiestas que comparecían como testigos de la defensa si sabían cuál era la militancia sindical de los cuatro obreros fallecidos en el incendio.Según los testigos, tres de los fallecidos pertenecían a UGT y era probable que el cuarto también. El presidente intentó también averiguar si, además de los testigos ya citados, existía algún trabajador del Scala que hubiese presenciado el incendio. Resultó que no.

Mientras el día anterior la defensa había usado con habilidad los graves temas de la ausencia de Gambín y los malos tratos, ayer no tuvo tanto éxito al intentar buscar algún interés extraño o alguna carencia técnica grave por parte de la empresa propietaria del Scala.

El fiscal, por su parte, se limitó a obtener manifestaciones de varios de los testigos de la defensa, concordantes en que ellos mismos no habían sido torturados ni objeto de presión por parte de la policía para que se declararan culpables del incendio. Algunos de estos testigos dijeron que la policía les había dicho que estuvieran tranquilos, por cuanto que distinguía perfectamente entre los hoy procesados, a quienes consideraba culpables del incendio, y los entonces detenidos y hoy testigos, contra quienes no pesa inculpación.

El juicio sobre el caso Scala estuvo ayer teñido de incidentes, incluso dentro de la sala. A las 19.50 horas, al iniciarse un descanso concedido por el presidente del tribunal, un sector del público que asistía a la sesión profirió gritos e insultos contra la fuerza pública cuando un cabo de la Policía Nacional separó al procesado Luis Muñoz, que había abrazado, según informó Europa Press, a la testigo María Teresa Fabres. En ese momento se produjo un forcejeo e intercambio de golpes entre el citado cabo y el detenido.

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