_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Festival de la OTI: gansadas a medianoche

Hoy, a eso de la medianoche, Televisión Española ofrecerá en directo la novena edición del Festival dela OTI, que este año se celebra en el Teatro Municipal General San Martín, de Buenos Aires. Participan veintitrés países, con este orden de actuación: Chile, Uruguay, Argentina, Panamá, Perú, Puerto Rico, Paraguay, Venezuela, Estados Unidos, Nicaragua, El Salvador, Antillas Holandesas, España, Portugal, Brasil, Guatemala, México, Honduras, Bolivia, República Dominicana, Colombia, Costa Rica y Ecuador. El narrador de esta batalla entre canciones será Miguel de los Santos.España envía a la competición un tema interpretado por Dyango: Querer y Perder. El título de la canción resulta sumamente irónico contemplado bajo la atmósfera de un certamen, con lo que el comité seleccionador de Televisión Española se apunta un buen tanto al mostrarse capaz de un insospechado humor, La letra de la canción comienza diciendo así: «Cuando te conocí/la vida me enseñó/qué caro cuesta ser feliz./Y el precio es el dolor-, /saber que te perdí/ha sido lo peor. / Pero peor fue descubrir que como tú no hay dos». Al lado de este descubrimiento, el de Colón fue pura broma.

Dyango, no obstante, espera deslumbrar al auditorio y ganar, María Ostiz logró eso el año 1976, en Acapulco con Canta, cigarra. Sin embargo, tres años antes. Camilo Sesto se caía con todo el equipo interpretando AIgo más.

El nivel medio de este festival es altamente niediocre. La gansada pachanguera es lo que predomina. Nuestro representante de este año lleqa incluso a reconocerlo: «En efecto, se presentan canciones muy flojas. Lo que ocurre es que a cada cantante le interesa mucho acudir, por lo menos con vistas al país que representa. Es un impulso publicitario difícil de obtener por otras vías». Para ello hay que pagar los tributos de rigor: «Desde luego, Querer y perder es lo más descaradamente comercial que he hecho hasta ahora».

Lo curioso es que Dyango acude a Buenos Aires más por desesperación que por convicción: «Desde los diez años, he pasado toda mi vida estudiando música. A mí lo que me gusta es el jazz y tocar la trompeta. Pero un buen día alguien me descubrió cantando canciones melódicas en Barcelona. Desde entonces hice mi profesión de lo que para mí era antes tan sólo un pasatiempo».

Macizamente sereno, y escudándose en juicios ajenos, piensa Dyango que su voz es la más importante de España. Le fastidia, por consiguiente, no ser profeta en su tierra: «A mí donde se me conoce ampliamente es en América Latina, sobre todo en Aruentina, Chile. Uruguay y Paraguay. Yo hago giras continuas por aquellas tierras desde 1968, cuando sólo Raphael iba por allí. Después ya empezaron a ir tipos como Serrat, Nino Bravo o Canillo. El hecho de que me conozcan en esos países creo que me puede favorecer esta noche».

Pese a eso, no las tiene Dyango todas consigo: «La faena es que a veces sale triunfadora una cancion muy mala, tan sólo porque quien la canta cae simpático al personal. Pero yo me conformo con quedar clasificado entre los cuatro primeros puestos».

El intérprete de Querer y perder no se siente perturbado por cantar en un país donde impera una dictadura militar: «La música no tiene nada que ver con la política. Yo cantaría lo misino bajo otro réginien de signo opuesto».

Dyango confiesa, en fin, que es un forofo del fútbol, de las motos y, en general de todos los deportes. Tiene mujer y cuatro hijos, «a los que tengo que alimentar con mis canciones». Ante esos imperativos, Dyango procurará olvidarse del título maléfico de su terna y del número trece que le ha tocado en la lista de actuaciones.

Con una voz que él mismo considera «muy mate incluso ronca, pero con agudos muy altos», ensaya el estribillo de su canción: «Pero es mejor querer/y después perder/que nunca haber querido./ Estés donde tú estés/te recordaré/y estarás conmigo».

Con él, en la distancia. cuando el reloj de las doce campanadas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_