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Los sindicatos italianos buscan una nueva definición para la época de crisis

Juan Arias

El sindicalismo italiano, uno de los más agresivos del mundo, está a punto de dar un cambio muy importante. Se va a convertir en un sindicato reformista y europeo, aunque lejano aún de los modelos alemán e inglés. Un sindicato, afirman sus principales líderes, que por primera vez está dispuesto a abandonar su antigua rigidez para hablar en público y sin falso pudor de «eficiencia de la empresa y de productividad en el trabajo».La fecha para esta nueva era del sindicato italiano es el 15 de enero próximo, cuando, en Milán, se reunirán para estudiar el nuevo proyecto m lles de cuadros y de delegados sindicales de los tres grandes gremios: CISL, CGIL y UIL. Se va a tratar de una consulta imponente nunca conocida en este país y que va a intentar una auténtica reestructuración sindical.

El primer acto acaba de concluirse. Se trata de la reunión de los dirigentes de los tres grandes sindicatos en una asamblea unitaria que ha aprobado el documento base de discusión. Son noventa fólios que serán estudiados y discutidos, fábrica por fábrica, y oficina por oficina, antes de llegar a la gran concentración de Milán.

Después del primer cambio de hace tres años, con ocasión del famoso Congreso Nacional en Roma, donde el líder sindical comunista Lama, secretario de CGIL, lanzó la política de la austeridad, que mereció entonces, de las jerarquías sindicales, la acusación de «reformismo», el Congreso de Milán constituirá el nuevo paso decisivo hacia una auténtica reconversión.

Lo más importante es que existe una gran convergencia entre los tres grandes sindicatos. El golpe de gracia para esta revisión ha sido el caso Fiat, que produjoen elmundo sindical amargura y humillación. Pero los líderes nacionales afirman que Fiat ha sido sólo la gota de agua que ha hecho desbordar una situacion que iba creciendo día a día cargada de amenazas para el sindicato.

La CGIL y la nueva orientación

Uno de los mayores promotores de esta nueva orientación sindical es el socialista Agostino Marianetti, que es, el número dos del gran sindicato mayoritariam ente comunista CGIL. Según Marianetti, ha llegado la hora de que el sindicato se dé cuenta que existe una profunda crisis industrial y que hay que acabar con ciertos viejos esquemas que ven en el empresario sólo un demonio. Hablar de productividad y de eficiencia de una empresa, afirma, no significa «hacer una operación de restauración progresista», porque lo que se necesita hoy es empujar la creación de «un país industrialmente avanzado».Analizando el caso Fiat, los mayores líderes nacionales del sindicato han afirmado que la primera industria automovilística del país había iritentado. superar su crisis con la devaluación de la lira la reducción del personal para aumentar la producción.

A este planteamiento de Fiat, el sindicato se opuso, y con razón. Pero donde el sindicato se equivocó fue en la alternativa propuesta. La verdad es que ni Fiat ni otras empresas se salvan hoy, afirman los sindicalistas, sin un aumento de la productividad. Pero este aumento de la productividad no tiene necesariamente que caer sólo sobre las espaldas de cada uno de los trabajadores.

Hay que saber hacerlo, por ejemplo, «reorganizando el trabajo y utilizando mejor las estructuras de la fábrica», y sobre todo abandonando «ciertas rigideces del pasado». El sindicato quiere volver a estudiar el problema de la diferenciación de sueldos según las diversas especialidades, para que no se pierda el estímulo por el trabajo y la preparación de éste.

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