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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Olarra

Luis Olarra, el empresario vasco, el hombre que me mandaba vino, a fuerza de extremar su posición personal de creador-de-riqueza-arruinado-por-la-democracia, ha llegado a ser la viñeta involuntaria de sí mismo, el hombre que atraviesa las extensiones suntuosas y catastróficas de su miseria con un Partagás por delante. Ahora, el comité de empresa de Olarra, SA desafía al empresario.Lo cual que le retan para discutir los problemas de la cosa. «Olarra, con sus manifestaciones de Madrid, ha declarado la guerra no sólo a sus trabajadores, sino a toda la clase obrera del país». La tira. Olarra, que ha sabido hacérselo más y mejor que nadie como selfmademán calvo, capitán de empresa que sufre por sus obreros y sus parados, víctimas de una democracia de sangre y lodo, se ha cargado tanto de razón, ha acumulado tanta razón sobre sí y en contra de la democracia, que se ha pasado. No se puede sufrir tanto por los obreros de uno, pues los obreros, que son ingratos de sí, como pobres y malaventurados de nacimiento (qué se va a esperar de un pobre), ahora le desafían en plan comité de empresa Olarra, SA, con boina. Es la sociedad anónima o persona jurídica que se vuelve contra la persona física, química y recreativa, que Luis Olarra se ha recreado mucho con puros, cenas, hoteles y cosas (yo me lo tengo muy encontrado en Madrid y Barcelona, siempre me pide el teléfono), mientras sus lumpemproletarios hacían cola para el subsidio bajo la resignación bilbaína del sirimiri. Es lo malo de escindirse uno en persona física y persona jurídica: que ambas personas acaban llevándose mal, como los matrimonios esos que dice don Marcelo. Generalmente, la persona jurídico/empresarial/ laboral se queda en la mismísima rue, mientras la persona física se abre con la pela larga hacia Suiza o la América Latinoché. Talmente un matrimonio. Los obreros de Luis Olarra sólo piden revisión salarial, cumplimiento de pagos y mutua, revisión médica. Una persona, aunque sea jurídica, necesita revisión médica.

Y lo malo es cuando la persona jurídica se descompone en personas personales, o sea, esas diez mil gentes que ayer se han manifestado en Bilbao protestando contra Olarra. Porque resulta que las personas jurídicas y abstractas tienen familiares que comen y piden neqüik, ternera y televisión. No sabe uno lo que se echa encima cuando engendra una persona jurídica a medias con un notario. Peor que una familia. Esto, ya digo, no lo arregla ni don Marcelo, amigo Olarra. Porque, lo que te pasa a ti, Luis, tío, cómo lo ves («cómo lo ves» es retruécano cheli que no sé si va a tolerar aquí el robot sin atrancarse), lo que te pasa, Luis, es que te has fabricado tu propia razón, como Kant o Víctor Hugo, y ya dijo Cocteau que Víctor Hugo sólo era un loco que se creía Víctor Hugo. Tú, Luis, amor, te has creído que eres Olarra, el hombre que se ha hecho a sí mismo y ha hecho sus vinos, una cosa entre Noé y Baco pasados por Bilbao. Te lo has montado, amor, de pobre niño rico arruinado por el catastrofismo económico de Suárez, como si Suárez fuera Trotsky, y has quedado, ya digo, como la viñeta generalizada y demagogizada de tantos-y-tantos empresarios españoles que no pueden soportar la presión fiscal democrática, cuando la verdad es que, como dice con su gracia Gómez Bur en lo de Alonso Millán, la presión fiscal anda por los jubilados. (Ver a Sara Mora, recalidísima, de belleza perfecta y excesiva, en lo de Alonso Millán). Te has convertido, Luis, en la metáfora con puro y tripa (no mucha) del fracaso económico de la democracia, pero la democracia se te ha metido en casa con boina (comité de empresa), y los obreros/productores/ proletarios, que no entienden de metáforas, porque no oyeron a Bousoño en la Academia (había fútbol), resulta que no siguen tu juego, Luis. Quedabas mejor de empresario patriarcalista con marcha atómica que de metáfora, Luis, porque ahora tus obreros (que sí son demócratas, ya ves) te quieren partir la metáfora.

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