La Fiesta de la Bicicleta no debe ser un ejemplo aislado
El domingo próximo, día 26, Madrid volverá a ser invadido por las bicicletas. Durante casi toda la mañana, la tercera fiesta que ideó hace dos años Radio Popular será la gran noticia de la capital. Con sus fines de promover el uso del vehículo de las dos ruedas, anticontaminante y saludable, será un nuevo aldabonazo de magnas dimensiones, pero que no debe quedar como un maxiejemplo aislado. La bicicleta es un vehículo infrautilizado por falta de información y de medios, que puede afianzarse perfectamente en la vida diaria de la mayoría de los lugares de España. Ante la inflación energética y circulatoria ofrece su candidatura válida, a caballo entre el ejercicio y la utilidad como medio de transporte asequible a cualquier bolsillo.
«Quien mueve las piernas, mueve el corazón ». Esta no deja de ser una frase publicitaria más, pero que cuenta con todos los visos de realidad actual. La gran ventaja de la bicicleta con respecto al footing o al jogging -y, por supuesto, a las mismas bicicletas fijas caseras- es su posibilidad de aplicación además a la vida diaria. Si de algo puede servir -una vez más- la nueva fiesta debe ser para ello. La bicicleta no tiene por qué ser deporte exclusivo de nadie, pero sí dar la posibilidad, aparte de ser una alternativa válida como transporte, de ampliar el necesario ejercicio físico del ciudadano.El deporte de la bicicleta como competición es tal vez de los más duros que existen. Sin embargo, la promoción general de su uso ni siquiera debe alcanzar al cicloturismo o paseo por carretera en gran des distancias, dedicado a los más entusiastas solamente. La verdadera promoción de la bicicleta es que se puede utilizar sin necesidad de chándal, de sudores o de búsquedas de tiempo especiales para hacer deporte. Montar en ella debe ser una simple ampliación de andar, con la gran ventaja de poder realizar amplios recorridos en mucho menos tiempo. El futuro de la bicicleta, como en los países europeos concienciados sobre el tema -casos Holanda y Bélgica, por ejemplo-, tiene que ser de claro emparejamiento y con la colaboración de los transportes públicos, bien en ciudad, bien en zonas apropiadas el domingo.
El tema estriba en que los miles de bicicletas que saldrán el domingo se repartan después diariamente, y es factible. La capital, aunque no sea precisamente un dechado de llanuras orográficas, tiene grandes distancias muy apropiadas para la bicicleta con el mínimo esfuerzo. Solamente se trata de encontrar los trayectos adecuados a cada uno, que los hay, y como alternativa, de subir una cuesta más pronunciada pie a tierra, sin vergüenzas. También de ir quitándose el miedo a la circulación, porque el automovilista se va concienciando poco a poco de que un ciudadano en bicicleta no es un estorbo, sino alguien, por ejemplo, que ha dejado el coche en casa para no ocupar espacio y ahorrar energía sin contaminar. El peligro de los coches, con los proyectos de circuitos y carriles-bici, será, además, cada vez menor. El mito de «que te contaminas más» tampoco sirve como disculpa, pues la contaminación es para todos, peatones y automovilistas incluidos. La cuestión sólo está en saber las limitaciones de cada uno y, especialmente, el interés de no ser tan cómodo.
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