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Afrontar nuevas actividades, desafío empresarial

La capacidad de la empresa española para desarrollar nuevas actividades que satisfagan nacientes necesidades es el desafío que debe superar el empresario para salir de la crisis.La afirmación la realizó ayer en Madrid el director de la Comisión General de Organización Científica de Francia (CEGOS), Octave Gelinier, autoridad europea en materia de organización, en un seminario organizado por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) bajo el título «Cómo va a cambiar la empresa».

Octave Gelinier defiende que es necesario profundizar en la renovación de las empresas para hacer frente a la competencia internacional de países dinámicos, como la República Federal de Alemania, Japón, Corea o Brasil y, en general, del grupo de países semiindustrializados que dispone de unos costes de producción inferiores a los radicados en España.

Para llegar con garantías a ese reto, Octave Gelinier sugiere la observación de las nuevas necesidades y corrientes del mercado, que se apartan de la economía masificada. «La economía moderna se dirige a la actividad segmentada, a la actividad especializada». Y en ese marco, según defiende Octave Gelinier en su libro Nueva dirección de la empresa. Personalista y competitiva, es imprescindible que el empresario intente la personalización de sus relaciones o, lo que es igual, el diálogo a «tres bandas»: sindicatos, empresas y asalariados.

Dialogo empresarios-sindicatos

El teórico francés entiende que en la actualidad, cuando algunos empresarios creen que la única solución válida a sus problemas sólo puede venir del diálogo entre las superestructuras -cúpulas empresariales y sindicales-, se debe introducir el elemento personalista en los desarrollos empresariales.Asimismo es partidario de que el aparato de poder en la cúspide de la empresa sea fuerte, pero esté al mismo tiempo descentralizado -«delega poder y tendrás más poder», en frase del presidente de APD, Antonio Garrigues-. Esquema este que se conjuga cuando todos los niveles de producción tienen capacidad de maniobra dirigida hacia arriba («autonomía jerarquizada»), al estilo, por ejemplo, japonés.

El papel de los sindicatos en el desarrollo de la economía moderna lo situó Octave Gelinier enfrentando dos concepciones sindicales: la revolucionaria y la participativa. En este punto destacó que en aquellos países dotados de sindicatos reivindicativos la economía corre el riesgo de su estrangulamiento. En aquellos otros, como Gran Bretaña, en que el sindicato es reformista, pero no colabora, la actividad, está llamada al hundimiento, por el bloqueo del poder empresarial.

Entiende el teórico francés que cuando el contrapoder que representan los sindicatos es más fuerte que el poder, «la propia cibernética del sistema deja de funcionar».

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