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Al Madrid le bastaron diez jugadores

«¿Quién es el negro?», preguntó el veterano periodista y testigo de Bernabéu, José Vicente Puente. El listo de turno se volvió y le dijo: « Es el once». El listo de turno, al cabo de unos segundos, giró de nuevo la cabeza y le espetó: «Usted es un cachondo». Y Cunningham, digo yo, también. Es el espectador que, en lugar de pagar por ver un partido, se sitúa en primera fila y cobra. Y además, mucho. Fue todo un espectáculo comprobar cómo un negro con camiseta blanca es capaz de difuminarse hasta el extremo de pasar inadvertido.Dije el año pasado, en alguna ocasión, que Cunningham pertenecía al «comité de no intervención». En la presente temporada nos dio el susto de querer colaborar. El domingo volvió donde solía. Y el Madrid, con diez jugadores y con un fútbol tirando a mediocre, goleó al Murcia. Al partido le sobraron al menos treinta minutos. Al Murcia le faltó suerte en el comienzo. Al Madrid le bastaron cuatro recursos para ganar cómodamente.

Antes del cuarto de hora el Murcia tuvo dos ocasiones magníficas para marcar. La primera la resolvió García Remón con una gran parada a tiro de García Murcia. El partido, que fue cosa de los múltiples Garcías del partido, lo encarriló García Hernández con un remate de cabeza al estilo Asensi, solo que sin tonsura. Y aun antes de[ primer tanto madridista el murciano Ruiz tuvo el gol a pedir de boca. El mismo lo desperdició. Cuando ya ganaba el Madrid, Abad estrelló un gran disparo en el palo izquierdo de la meta de García

Remón. Dicho en clásico, fue un remate a la cepa del poste.

Floja defensa madridista

Ese Murcia que inquietaba con la buena dirección de Chazarreta, un argentino al que la veteranía ha ayudado a hacer más densa su calidad, se vino abajo cuando antes de la primera media hora ya había encajado tres tantos. Hasta ese momento el Murcia no fue presa fácil. Hasta ese instante la defensa madridista puso de manifiesto una notoria flojera. García Navajas tardó en encontrar su sitio, si es que lo halló en algún instante, y ello obligó a Del Bosque a prestar su ayuda en labores destructivas. Camacho le mandó un mensaje a Ruiz de los que asusta, pero el árbitro se llamó andana. Isidro se permitió alguna alegría por la banda derecha, en donde no encontró apenas oposición, y Gallego demostró una vez más que tiene escaso terreno en el puesto de líbero. Gallego necesita más espacio para demostrar su clase. El tercer gol fue consecuencia de una jugada suya con pase magistral a Angel.

El zurdo de El Pardo

Como viene siendo habitual esta temporada, García Hernández, un prodigioso zurdo de El Pardo, fue el primero en posesionarse del tarro de los goles. Y del de las esencias, cuando envió pases medidos a cuarenta metros. García Hernández la toca con la izquierda como algún compañero suyo con la mano.

Pero junto a las notas destacadas del encuentro, entre las que no pueden olvidarse las de Juanito, cuando entró por la banda derecha, siempre con peligro de gol -pese al buen marcaje que le hizo el viejo conocido Rubiñán, uno de hombres destacados de su equipo, junto al ya mencionado Chazarreta, a Higinio y al seguro y mandón Gustavo Fernández-, hubo largos ratos de insulsez. Los malos momentos fueron compensados por los goles que llegaron y por los que estuvieron a punto de producirse: Dícese que la salsa del fútbol son los goles. El partido del domingo tuvo más salsa que tropezones. Fue una comida con excesivo condimento. No se merecía tan pobre manjar tal dedicación del chef

El Madrid necesita afianzarse

El Murcia fue un equipo apañadito en el juego del centro del campo y bastante inocentón en el área contraria. El Madrid fue un conjunto al que te bastó la veteranía o la picardía, si se quiere, para resolver un encuentro que pudo haber planteado algunos problemas. Los mayores inconvenientes se los creó el propio Madrid.

No satisfizo la actuación del conjunto madridista. Los seguidores del club, probablemente, argumentarán que lo importante son los triunfos, y éstos van cayendo en el saco. Pero no se olvide que en la primera ocasión medianamente seria, en Sevilla, se cosechó una derrota. El Madrid no acaba de entrar en juego. En defensa anda flojo. Parece un equipo más propicio al asalto, lo cual podría hacernos caer en el viejo tópico de que la mejor defensa es un buen ataque. Pero hoy, desgraciadamente, el fútbol se juega con escasa alegría y para ser campeón hay que nadar y guardar la ropa. El Madrid necesita afianzarse. Hasta ahora los enemigos han sido débiles. No han sido un auténtico examen.

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