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El Madrid ganó con comodidad al Limerick

El Madrid tardó 52 minutos en tomarse en serio al Limerick. Cuando lo hizo ganó con comodidad el partido, pero hasta entonces puso en peligro la eliminatoria. La salida del Limerick desconcertó al Madrid y si no marcó algún gol pronto fue por casualidad. Pese a ello, el Madrid no espabiló hasta que encajó el gol irlandés, ya comenzado el segundo tiempo. Entonces se empleó a fondo y su superioridad fue notoria.La fuerte salida del Limerick puso de relieve el peligro de las eternas características del fútbol británico. El Limerick movía el balón con rapidez, recorría el campo con dos o tres pases y finalizaba casi todas sus jugadas con un centro alto. Sus delanteros, como todos los británicos, saben disputar el balón por alto y poseen un completo repertorio de marrullerías para el caso. Hubo momentos en que el Madrid se desconcertó. El propio Benito, jugador curtido en cien mil batallas y nada fácil de sorprender se vio en el suelo alguna vez, y en el minuto veinte tuvo que dejar el terreno con un corte en una ceja, provocado por su rival directo, el delantero centro Kennedy.

La baja de Benito dio lugar a la entrada de un delantero, Pineda. Isidro pasó a la demarcación de lateral y Camacho se fue al centro de la defensa. El Madrid se serenó un poco y se dio cuenta de que tenía que tomar al equipo irlandés más en serio de lo que lo estaba haciendo. Poco a poco se fue situando en el campo, pero un flojo partido de García Hernández y la habilidad del Limmerick para hacer caer a los delanteros madridistas en fuera de juego limitaron las posibilidades de éstos. Angel y Stielike trabajaron bien, y Cunningham lució su habitual habilidad, pero el Limmerick resultó ser un equipo con una aceptable defensa y muy bien armado en conjunto. Aunque a veces lo intentó, el Madrid en todo el primer tiempo no consiguió hacerse con el mando del partido, porque el Limerick jugaba decorosamente en todas las zonas y no permitía entusiasmos a la hora de ir al ataque.

A poco de comenzar la segunda parte, un balón bombeado sobre el área del Madrid lo bajó de cabeza Hulmes para Kennedy, que marcó el gol. El escaso, pero entusiasta, público irlandés enloqueció de alegría. El Madrid tuvo que apretar los puños y los dientes y echar el resto para que no se le escapara el partido, y quién sabe si la eliminatoria. García Hernández reapareció, poco a poco, en el centro del campo, donde Duggan le había tenido oscurecido durante mucho tiempo. Respaldado por la seguridad de Gallego y fianqueado por el incansable trabajo de Angel y Stielike, conectó bien con Juanito y el Madrid empezó a funcionar seriamente.

De ahí en adelante, el Madrid se fue imponiendo paulatinamente. Los laterales subían; Gallego colocaba el balón en el sitio preciso, Angel y Stielike se incorporaban al ataque; Júanito inventaba pases peligrosos; García Hernández buscaba siempre la zona despejada, y Cunningham y Pineda, en especial el primero, desbordaban por sus batidas. Cunningham hizo varias jugadas lucidísimas que despertaron aplausos. El Limerick se fue hundiendo ante la superiodidad del Madrid, que fue creando situaciones de gol cada vez con más frecuencia. Los dos tantos que cayeron fueron fruto de esa superioridad, abrumadora al final, y se escaparon otras cinco oportunidades muy claras. Tan resuelto vio el partido Boskov que incluso se permitió el ensayo de García Navajas como marcador central, sacrificando a Pérez García y volviendo Camacho al puesto de lateral izquierdo. El Limerick sólo respondió al dominio madridista con un contraataque rápido y cabezazo de Kennedy que superó a García Navajas, y que fue salvado en excelente parada por Miguel Angel.

El partido finalizó, como tenía que ser, con victoria del Madrid, si bien demasiado corta para la diferencia de categoría entre un equipo y otro.

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