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Javier Aguirre,

creador, allá por los sesenta, del ambicioso proyecto de anticine, y catador, no arrepentido, de todo género y subgénero, acaba de rodar dos películas a la vez, con los mismos actores protagonistas, María Kosti y Ricardo Merino. Pero este alarde no es nuevo para él. En 1975 realizó, simultáneamente, dos filmes, El jorobado de la Morgue y El gran amor del conde Drácula, por la misma causa que ahora: el ahorro de dinero. «En los tiempos de crisis que corren, esto es un ejercicio profesional muy interesante», afirma Javier. «Sé que va a ser criticado el método, pero las películas van a tener la misma calidad que si las hubiera hecho por separado. Además, me encanta romper moldes».

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