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La virgen de Caltanissetta ha vuelto a llorar, y esta vez las suyas son lágrimas de sangre. Eso dice, al menos su propietaria, que, según cuenta, estaba rezando un rosario para recordar el primer llanto de la imagen, que se encuentrá en un pequeño santuario, cuando vio que por sus mejillas rodaba una lágrima de sangre. Hace siete años, el obispo siciliano de Caltanissetta, monseñor Garsia, había descartado la intervención de lo sobrenatural y prohibido las peregrinaciones a la gruta. Ahora, las autoridades eclesiásticas han decidido guardar la imagen en una urna de cristal, sellada y aislada. Si dentro de ella la virgen llora, entonces el obispo nombrará una comisión especial de investigación.

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